Por María Ulivi
El Día Internacional de las Personas con Discapacidad, declarado por la ONU el 3 de diciembre, es una fecha que invita a la reflexión sobre los derechos y la inclusión de las personas con discapacidad en todos los ámbitos, incluido el turismo. A pesar de que han pasado más de tres décadas desde esta declaración, la realidad muestra que aún hay mucho por hacer para que la accesibilidad se convierta en una realidad efectiva en el sector turístico.
La legislación existe, pero su implementación es inconsistente. Muchos destinos turísticos aún no han comprendido la importancia de adoptar políticas públicas inclusivas que eliminen barreras y promuevan un diseño universal. La falta de colaboración entre el sector público y privado es evidente, lo que resulta en una oferta insuficiente de servicios accesibles en áreas como hotelería, gastronomía y transporte.
En Argentina, donde más de 10 millones de personas conforman el grupo de personas con discapacidad y su entorno, la falta de interés por parte del empresariado es alarmante. La infraestructura turística es a menudo deficiente: rampas inadecuadas, ausencia de ascensores y baños adaptados son solo algunos de los problemas que enfrentan las personas con discapacidad. Además, la capacitación del personal en atención a estas personas es escasa, lo que limita aún más su experiencia en el turismo.
Sin embargo, hay ejemplos positivos que demuestran que el cambio es posible. Villa Gesell se destaca por sus iniciativas en accesibilidad, como playas adaptadas, sillas anfibias y programas de capacitación. La Asociación de Electrodependientes, liderada por Carlos Pérez, ha sido fundamental para garantizar que las personas que dependen de energía eléctrica para vivir también puedan disfrutar del turismo, firmando convenios con gastronómicos, hoteleros, transporte y logrando un cine y una feria adaptados.
Otros destinos, como Puerto Madryn, Tigre, Santa Rosa de Calamuchita, Bariloche y Ushuaia, están comenzando a adoptar medidas para mejorar la accesibilidad. Aunque se reconoce la importancia de la inclusión, aún persisten numerosos desafíos que deben ser abordados. Es fundamental que tanto el sector público como el privado se comprometan a crear un entorno turístico accesible para que todas las personas, independientemente de sus capacidades, puedan disfrutar plenamente de la experiencia.
El camino hacia un turismo inclusivo es largo, pero cada paso que se da en la dirección correcta es un avance hacia la igualdad y el respeto por los derechos de todas las personas. La concientización y la acción son clave para transformar la oferta turística y asegurar que todos tengan la oportunidad de explorar y disfrutar del mundo que nos rodea.