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DESTINOS

Feria de Tristán Narvaja: un domingo para vivir Montevideo, Uruguay

La feria más emblemática del barrio Cordón celebra 155 años como punto de encuentro cultural, social y turístico. Un paseo imprescindible para quienes viajan y desean conocer la identidad auténtica y cotidiana de la capital uruguaya.

Jacobo Malowany Buchalter

Por Jacobo Malowany Buchalter

Imperdible visita para agendarse un domingo en Montevideo

Curioso por la importancia de la feria me acerque a conocerla. No es el silencio absoluto de una ciudad que descansa, ni la aceleración de una capital que se quiere mostrar al mundo. Es algo intermedio, íntimo, casi respirado. Y en el corazón del barrio Cordón, esa respiración se vuelve encuentro: la Feria de Tristán Narvaja.

Al llegar temprano, cuando el sol todavía es suave y las veredas están húmedas, la calle se transforma. Los puestos aparecen como si hubiesen estado siempre ahí, esperando que alguien los habitara otra vez. Los aromas —café recién hecho, pan tibio, frutas de estación— se mezclan con voces que no llaman, sino que conversan.

Para quien viene de otras ciudades de América Latina o de Europa, la experiencia sorprende por su sencillez sin artificio. No es una feria diseñada para impresionar al visitante; es la feria de los vecinos. Y justamente por eso, se vuelve un lugar imprescindible para sentir a Montevideo desde adentro.

Un recorrido que invita a detenerse

En pocos metros, la mirada se llena:

Libros que llevan marcas de lectura y subrayados de otros tiempos.

Vinilos que guardan canciones que quizás ya no suenan en ninguna radio.

Muebles que parecen haber pertenecido a una familia que dejó huellas.

Verduras frescas acomodadas con la misma paciencia de quien trabaja la tierra.

Las cuadras de las librerías y casas de antiguedades por la vereda de Tristan Narvaja son un acto de contemplación: aquí el libro no se compra por novedad, se elige por destino. Una mirada, una intuición, un instante. Uno encuentra algo que no sabía que buscaba, como si la feria tuviera la capacidad de recordar en nuestro lugar.

La feria como retrato de una ciudad que conversa consigo misma

Lo que conmueve no son los objetos, sino los vínculos:

un feriante que saluda por nombre a un cliente de años,

un mate que pasa de mano en mano,

un tambor de candombe que marca el ritmo sin querer protagonizarlo.

La feria es un lugar de convivencia. Aquí la identidad no se exhibe: se vive.

Montevideo se reconoce en el andar pausado, en la forma de decir buen día, en la conversación sin prisa.

Para quienes viajan buscando comprender la esencia de un lugar, esta feria ofrece algo difícil de encontrar en otros destinos: la experiencia de pertenecer por un rato a la vida diaria.

Una recomendación para el viajero

No hace falta gran planificación. Solo:

Llegar temprano.

Caminar sin mapa.

Hojear libros aunque no se compren.

Sentarse un momento a observar.

Porque la Feria de Tristán Narvaja no es un sitio que se recorre: es un lugar que se habita.

La ciudad se revela aquí sin explicaciones.

Sin discursos.

Sin guías.

Solo en la simple belleza de lo cotidiano compartido.

Al partir

Me llevo un objeto mínimo —una postal antigua, una cucharita, un libro gastado— pero lo significativo es otra cosa: el gesto amable, el ritmo lento, la sensación de haber estado dentro del latido discreto de Montevideo.

Y eso, para quien viaja, vale más que cualquier recuerdo.

Fuentes consultadas

Intendencia de Montevideo, División Turismo.

Montevideo.gub.uy, historia y actividades por el 155° aniversario de la feria.

Ricardo Cozzano Ferreira, Así en la feria como en la vida.

Teledoce y Montevideo.com.uy, crónicas históricas y testimonios de feriantes.

URUGUAY Montevideo Feria Cultura domingo en montevideo
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