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ESTANCIAS JESUÍTICAS QUE HICIERON HISTORIA

En la provincia de Córdoba, las estancias jesuíticas fueron seis: Caroya (1616), Jesús María (1618), Santa Catalina (1622), Alta Gracia (1643), La Candelaria (1678) y San Ignacio (1725).

Reconociendo los valores patrimoniales e históricos excepcionales asociados a los testimonios jesuíticos en Córdoba, la UNESCO los ha inscripto en la Lista de Patrimonio de la Humanidad en el año 2000, bajo la figura de serie de conjuntos. De esta manera, el sitio denominado “Manzana y Estancias Jesuíticas de Córdoba” está compuesto por seis conjuntos: la Manzana Jesuítica en la ciudad de Córdoba y las Estancias de Caroya, Jesús María, Santa Catalina, Alta Gracia y La Candelaria.

El “Camino de las Estancias Jesuíticas” constituye un itinerario turístico cultural que permite descubrir y conocer los valores patrimoniales y la importancia mundial de estos lugares históricos, asociados con paisajes, tradiciones y costumbres que marcan la identidad de Córdoba.

La Candelaria

La Estancia está localizada en plena área serrana, en una planicie ondulada de altura denominada “Pampa de San Luis”, al norte de las estribaciones de las Sierras Grandes y a 1.200 msm, en el Departamento Cruz del Eje. Organizada y consolidada por la Compañía de Jesús a partir de tomar posesión de ella en 1683, constituyó un ejemplo notable de establecimiento rural serrano productor de ganadería, fundamentalmente ganado mular destinado al tráfico de bienes con el Alto Perú.

Comprende la capilla, la residencia del padre estanciero y locales anexos, las ruinas de la ranchería (habitaciones destinadas a los esclavos), el obraje, los corrales y los restos del sistema hidráulico (tajamar, acequias y molino).Se trata de una tipología única en la provincia de Córdoba, identificada por su aspecto cerrado, organizado en torno a un patio central rectangular, uno de cuyos lados es la iglesia; a él se accede por un portón lateral ubicado sobre el atrio.

Se destaca la presencia de la iglesia, con su fachada rematada por una notable espadaña de tres aberturas coronada por un perfil de líneas curvas que identifica al conjunto en el paisaje serrano. El conjunto edilicio es Monumento Histórico Nacional y Provincial.Permite el desarrollo de un programa de turismo patrimonial asociado.

Estancia Santa Catalina

La Estancia, cuya organización fue iniciada por los jesuitas a partir de 1622, conserva el mayor conjunto edificado por la Compañía fuera de la ciudad de Córdoba.

Está conformada por la Iglesia monumental, con su imponente fachada de dos torres y el remate curvilíneo de su cuerpo central, en el cual se destaca una potente estructura ligeramente ondulada de columnas y frontones curvos.

Estas características manifiestan influencias del barroco centro europeo en la resolución de la fachada. La nave única con planta de cruz latina tiene una notable cúpula sobre el crucero, coronada por una alta linterna ricamente ornamentada.

Junto a la iglesia se encuentran el pequeño cementerio precedido por un portal que repite características de la fachada de la iglesia y la residencia con sus tres patios, locales anexos y huerta. Separados del cuerpo principal de la estancia se hallan el noviciado, la ranchería, el sistema hidráulico (tajamar, restos de acequias y molinos) y restos de hornos. Todo el conjunto edilicio es Monumento Histórico Nacional.

La Estancia de Santa Catalina fue un gran centro de producción agropecuaria (con miles de cabezas de ganado vacuno, ovino y mular), además del obraje con sus telares y aparejos, la herrería, la carpintería, el batán, los dos molinos y las conducciones subterráneas de agua que venía desde Ongamira, a varios kilómetros de distancia en las sierras.

La Estancia de Alta Gracia

Fue organizada por los jesuitas a partir de 1643. Está integrada por la iglesia, con su destacada fachada sin torres, coronada por un perfil de curvas interrumpidas y la presencia de fuertes pilastras apareadas que revelan la influencia del barroco italiano tardío, su planta ligeramente curva en el transepto coronado por cúpula sin tambor y una notable espadaña de piedra en la parte posterior.

El conjunto se completa con la residencia construida sobre una planta en L, con patio principal en el acceso y elegante escalinata central, patio posterior de trabajo y locales anexos; el obraje, el tajamar, las ruinas del molino y el antiguo horno en el primer paredón del sistema de acequias.

Han desaparecido las rancherías, así como los corrales y sectores de quintas y chacras (hoy ocupados por los barrios de la ciudad de Alta Gracia). El conjunto edilicio es Monumento Histórico Nacional y se halla ubicado en el corazón de la ciudad de Alta Gracia.

El templo jesuítico es, en la actualidad, la Iglesia Parroquial de la localidad y la residencia aloja el Museo Nacional “Estancia Jesuítica de Alta Gracia-Casa del Virrey Liniers”, que cuenta con una importante colección de objetos provenientes de los siglos XVII, XVIII y XIX, así como exposiciones temporarias y un nutrido programa anual de actividades culturales (conciertos, conferencias, cursos).

Manzana Jesuítica 

La visita de la Manzana Jesuítica de Córdoba comprende la Iglesia de la Compañía, la Capilla Doméstica y la Residencia de los padres; el antiguo Rectorado de la Universidad Nacional de Córdoba (antes Colegio Máximo de la Compañía), incluyendo sus dependencias administrativas, claustro, Salón de Grados y Biblioteca Mayor, y el Colegio Nacional de Monserrat.

En estas construcciones se condensan algunas de las máximas expresiones del arte barroco en Latinoamérica, como es el caso de las bóvedas pintadas y los retablos de la Iglesia y la Capilla Doméstica.

En el Museo de la Universidad, instalado en el antiguo Rectorado, se conservan libros que pertenecieron a la antigua Biblioteca Jesuítica, con incunables y textos impresos entre los siglos XVI y XVIII. Todo el conjunto ha sido declarado Monumento Histórico Nacional.

Estancia Caroya

Fué el primer establecimiento rural organizado por la Compañía en 1616. En 1661 fue adquirida por el presbítero Ignacio Duarte Quirós, fundador del Colegio Convictorio de Monserrat, quien la donó para sostenimiento de dicho Colegio y para que sirviera de residencia de vacaciones para los internos del mismo.

Entre 1814 y 1816 fue sede de la primera fábrica de armas blancas durante las guerras de independencia nacional. En 1854 pasó a ser propiedad del Estado Nacional, sirviendo en 1878 como residencia del primer contingente de inmigrantes friulanos fundadores de la actual localidad de Colonia Caroya.

El conjunto edificado de la Estancia de Caroya constituye un destacado ejemplo de arquitectura residencial en el medio rural. Conserva la estructura colonial con modificaciones realizadas a comienzos del siglo XIX, incluyendo la Casa organizada alrededor de un amplio patio central en claustro y la Capilla, el perchel, el tajamar, restos del molino y de las acequias y las áreas dedicadas a quinta. Actualmente la Estancia es Monumento Histórico Nacional y Provincial, pudiendo realizarse visitas que incluyen el edificio de la Casa, donde funciona el Museo Histórico y de los Inmigrantes, y recorridos por el predio conociendo los sistemas productivos y técnicos empleados por los jesuitas.

La actividad se completa con la visita a la ciudad de Colonia Caroya, con sus tradiciones y gastronomía típicas de la inmigración friulana.

 

 

 

 

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