El turismo lleva congelado un mes por la crisis de la COVID-19 y sufrirá un severo impacto económico aún imposible de evaluar, pero el sector espera que las secuelas sean pasajeras y poder recuperar el impulso de los últimos años cuando el mundo venza al virus.
El presidente de la Confederación Española de Agencias de Viajes (CEAV), Carlos Garrido, está seguro del cambio de hábitos, al menos durante unos meses en los que se tomarán precauciones para viajar, “hasta que haya seguridad para el viajero porque exista una vacuna o un medicamento”. Pero no cree que el efecto sea permanente: “acabaremos volviendo al punto donde estábamos. Me cuesta pensar que la gente se vaya a resignar a dejar de conocer el mundo”.
Joan Trian Riu, consejero directivo Corporativo de Riu Hotels, cree que “el efecto será doble”, porque, por un lado, los turistas “escogerán aquellos destinos que sean capaces de proyectar una imagen de situación controlada y seguridad higiénica”, y los países, “y muy posiblemente los operadores, exigirán algún tipo de cambio de comportamiento en el disfrute de las vacaciones, extremando las medidas higiénicas”.
El presidente de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA), Javier Gándara, entiende que esos cambios dependerán “de cómo van a ser el mundo y la vida cuando pase la crisis sanitaria y de las medidas que se pongan en vigor para evitar que se reproduzca la pandemia”, y contempla la posibilidad de que se limiten las capacidades de los aviones o se restrinja la movilidad a la población de más edad.
María Frontera, presidenta de la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM), cree que se impondrán “protocolos de prevención que afectarán a nuestros hábitos cotidianos como ciudadanos, en los centros de trabajo, en los establecimientos hoteleros, relacionadas con el aforo y otras medidas para asegurar la higiene”, cambios que los destinos turísticos tendrán que promocionar como garantías de seguridad para sus clientes.
Nuevos viajeros, nuevos comportamientos, nuevos servicios
Gabriel Escarrer, consejero delegado de Meliá Hotels International, opina que esta crisis “cambiará de manera importante el mundo de los viajes, no solo porque la recesión económica que dejará influirá durante un tiempo indeterminado en el comportamiento del consumidor, sino también por factores como el miedo a viajar, por el impulso que esto habrá dado a la digitalización y por una mayor concienciación social y medioambiental de los viajeros”.
“En China estamos viendo ya nuevas prácticas como los controles de temperatura de los viajeros, el uso de mascarillas, aplicaciones que controlan los flujos de personas, o incluso se habla de un ‘pasaporte sanitario'”, relata.
Los países más golpeados por la pandemia no tienen por qué verse más perjudicados. “De la efectividad de sus medidas de gestión de la crisis dependerá el inicio de la recuperación. Aquellos que consigan ofrecer imagen de seguridad y de tener la situación bajo control serán los que recuperen antes su demanda. En esta fase de recuperación, la comunicación jugará un papel importante”, advierte el directivo de Riu.
Escarrer tampoco espera que “ningún país quede estigmatizado por el coronavirus” al ser un problema global, pero incide en que “la gestión que cada país realice de la crisis sí será muy importante para la reputación y para la confianza en su marca”.
El presidente de ALA, que aglutina a 80 compañías nacionales e internacionales que operan en España, recuerda el impacto a corto plazo que generaron los atentados terroristas en París y Barcelona, y que ambos destinos se repusieron por completo. “A España le pasa lo mismo, a medio y largo plazo, lo esperable es que no afecte. La gente tiende a ir a destinos atractivos y a olvidar determinadas cosas, siempre y cuando se controle absolutamente y tenga seguridad de que no hay riesgo”.
Coincide el presidente de la patronal de agencias de viajes: “En el momento en que los datos sean tranquilizadores, la gente volverá”. También opina así la presidenta de la patronal hotelera mallorquina, para quien “la confianza de los consumidores en la recuperación de los países más azotados por la pandemia dependerá de la eficacia en abordarla”.
“En Riu creemos que esto es muy similar a una hibernación. Una fase en la que absolutamente todo el negocio está paralizado por un tiempo que todavía para nosotros es una incógnita. En destinos estacionales, como las islas Baleares o Andalucía, empezamos a considerar que la temporada está perdida y con ello, prácticamente todo el año. En otros destinos con un clima más cálido durante todo el año, como las islas Canarias o el Caribe, vivimos un gran parón que quizá podamos reactivar hacia finales de año”, asegura Juan Trian.
El vicepresidente de Meliá prevé que, “mientras el conjunto de la economía podría experimentar una recuperación en ‘U’, iniciando la reactivación de la demanda mucho más rápido, al turismo podría costarle mucho más, no retornando a los niveles previos a la crisis hasta finales de año”.
También la patronal de agencias de viajes confía en que el turismo resucite con lentitud en verano y “que a lo largo del año se vayan abriendo los viajes de media distancia y al final los de larga distancia”, explica Garrido.
No obstante, todos señalan también la fuerte interdependencia de los distintos negocios de la cadena turística. “Todos los sectores están afectados.
El turismo está perjudicado de forma transversal”, resume Carlos Garrido.