Por Hernán Couste
hernan.couste@gmail.com
Un día como cualquiera, al escuchar la palabra Jujuy nos viene a la cabeza la imagen de quebradas, artesanías y aires desérticos. Por eso al recibir el mensaje de que iba a visitar la provincia norteña no me imaginé lo que estaba por descubrir.
Con motivo de la realización de la III Semana Gastronómica y con la expectativa de conocer la cocina norteña nos embarcamos en esta nueva experiencia. Desde el aire las montañas que rodean a San Salvador de Jujuy, la Tacita de Plata, aparecen de improviso entre las nubes y nos dan la bienvenida a una de las regiones más coloridas de Argentina. Junto al resto de la comitiva arribamos al Aeropuerto Internacional Gobernador Horacio Guzmán y luego de la cordial bienvenida iniciamos el recorrido que nos llevaría a localidad de Fraile Pintado, en el camino hacemos un alto en Palpala, visitamos el centro histórico y pasamos por el Ingenio Ledesma, donde se puede ver la influencia de esta industria en la región.
Al llegar a Fraile Pintado la temperatura se hace notar, 34 grados en pleno agosto, se pueden ver los rastros de la pujante producción de tomates, en el camino nos cruzamos con varios camiones transportando la preciada carga, nos dirigimos a nuestra primera parada, Peyu Quape, emprendimiento gastronómico en el cual además de un lindo restaurante, se siembran pacúes, la primera sorpresa del viaje, esta región pertenece a Las Yungas, y es muy verde y cálida, por momentos tuvimos la sensación de estar paseando por el Litoral Argentino, pero estábamos en pleno Jujuy listos para el asombro en cada nuevo rincón.
Durante la jornada en Peyu Quape tuvimos oportunidad de conocer a Sara Nélida Costello, apodada Chichí, quien dirige el establecimiento, a sus muy joviales 84 años nos da cátedra acerca de la siembra y el cuidado del pacú, así como también exhibe la magnífica red de estanques naturales, graduados en altura y temperatura para tal fin.
Compartiendo un refrigerio a la sombra, asistimos a una clase de Soledad Nardelli, con gran entusiasmo y la dinámica que la caracteriza, Soledad prepara un plato con Pacú mientras nos habla de las bondades de los productos de la región, también una grata sorpresa para ella encontrar estas posibilidades en el lugar.
Para el almuerzo compartimos algunas de las especialidades de la casa, como no podía ser de otra manera, el pacú fue la estrella del día, también hubo muchos vegetales frescos y muchas anécdotas, Chichí nos cuenta que además del criadero y el restaurante están próximos a concretar otro gran anhelo, brindar alojamiento a sus visitantes, por lo cual nos hacemos una idea del nivel de armonía que alcanzarán los visitantes, maximizando esta experiencia.
Una recorrida por el predio entre los estanques, una familia de gansos que mimados por los encargados son los dueños totales del lugar, en un recodo un cardumen de pacúes muy pequeños se arremolinan a nuestro paso, no deja de venir a mi mente el contraste entre esta vista y las imágenes áridas de la Quebrada, una vez más la Naturaleza habla por sí misma y nos enseña a valorarla, una gran primera jornada en Jujuy.
Nos despedimos de Chichí y su gente esperando volver a encontrarnos y nos aprestamos a tomar la ruta que nos llevaría a San Salvador, a tomar un descanso y prepararnos para la Quebrada y la misma Tacita de Plata.
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