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VIVE LA FRANCE!!!

El fín de semana que pasó, la Embajada de Francia abrió sus puertas al público.  una ocasión única para los porteños para admirar por primera vez el Palacio Ortiz Basualdo, edificio emblemático de su ciudad, enteramente renovado, tras más de quince meses de refacciones.

Estas jornadas « puertas abiertas » fueron organizadas por la Embajada en el marco de las Jornadas Europeas del Patrimonio, actividad cuyo fin es revelar al público los más bellos monumentos públicos y privados, que tiene lugar, simultáneamente, en 50 países de Europa, sobre una idea inicialmente francesa. Este evento es, además, momento clave de la Semana Francesa en Buenos Aires, “Viví Francia”, que tuvo lugar en la capital argentina del 14 al 21 de septiembre.

El Palacio Ortiz Basualdo, tesoro de la arquitectura “franco-porteña” – La construcción del Palacio Ortiz Basualdo, diseñado en 1912 por el arquitecto francés Paul Pater (1879-1966), fue finalizada en 1918. Concebido por la familia argentina Ortiz Basualdo, este palacio fue utilizado, en 1925, como residencia oficial del príncipe de Gales, Edward de Windsor, quien manifestó su admiración por el refinado confort y la grandiosidad del edificio. Francia se convirtió en propietaria del Palacio en 1939, e instaló allí, desde ese momento, la sede de su Embajada en Argentina. En los años 70, el edificio estuvo a punto de ser demolido, con motivo de los trabajos de ampliación de la Avenida 9 de Julio. Finalmente, pudo ser preservado gracias al esfuerzo conjunto de los ciudadanos de Buenos Aires y del gobierno francés. El Palacio Ortiz Basualdo es un destacado ejemplo de la influencia francesa –particularmente de la Escuela de Bellas Artes de París- en la arquitectura argentina. Se inspira al mismo tiempo del hôtel particulier parisino y de la mansión “grand siècle”, el edificio reúne monumentalidad y modernidad urbana y se distingue por la simetría de su composición arquitectónica y sus imponentes fachadas. A nivel estilístico, la unidad exterior, muy parisina, contrasta con el eclecticismo del interior, donde se confunden influencias francesas, inglesas e inclusive escandinavas, conforme a los gustos de la élite argentina cosmopolita de la época. La decoración interior del palacio fue confiada en su momento a dos afamadas casas de decoración con sucursales en Buenos Aires: Jansen, de París, y Waring & Gillow, de Londres.

Una restauración ejemplar y de gran envergadura – En marzo de 2013, comenzaron importantes trabajos de restauración y de acondicionamiento en la sede de la Embajada de Francia. Esta gran empresa, resultante de reflexiones realizadas por el Estado francés desde el año 2009, se inscribió en una gestión de racionalización de los activos inmobiliarios franceses en el exterior, lo que incluyó la venta de la antigua residencia de Francia en Martínez, y la compra de una nueva residencia, en el centro de la ciudad de Buenos Aires. Los trabajos realizados, totalmente financiados por esta operación, permitieron a la vez preservar y poner en valor una obra maestra de la arquitectura porteña, y modernizar y mejorar la funcionalidad de la casa de la representación diplomática francesa en Argentina. Esta restauración es la más completa y la más acabada realizada en un siglo, desde la construcción del edificio. Con el anhelo de encontrar el espíritu original del Palacio Ortiz Basualdo, un equipo de arquitectos franceses y argentinos estableció un vasto programa de restauración de los espacios exteriores e interiores. Se realizó un trabajo cuidadoso en las fachadas, con el fin de restaurar el revestimiento en « símil-piedra » (enduido que imita la piedra parisina) y de reintegrar ciertos elementos de decoración, teniendo en cuenta que el 80% de ellos había desaparecido con el paso del tiempo. Paralelamente, el conjunto de los seis salones de recepción, las dos rotondas, las escaleras y los pasillos fueron objeto de intervenciones mayores, que apuntaron especialmente a preservar los parquets, los mármoles, las boiseries, los dorados a la hoja y las molduras. Los salones de recepción volvieron a tener sus colores de época y una parte del mobiliario original, conservado, fue rehabilitado. Por otra parte, importantes trabajos de reformas permitieron instalar una cocina profesional en la planta baja y reforzar la funcionalidad, la accesibilidad y la seguridad del edificio. Finalmente, la decoración de la Embajada fue repensada, a fin de poner en valor las restauraciones y aportar un toque de modernidad a los espacios de recepción.

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