En realidad no hay una definición universal de lo que es el éxito, ya que para mí el éxito puede ser formar una familia y ver a mis hijos crecer sanos y felices y para vos puede ser fundar una empresa millonaria, es decir que el éxito no se puede medir con una vara global, sino más bien personal, ya que las metas son personales, no colectivas, pero básicamente el éxito es alcanzar nuestras metas, conseguir eso que vos tanto deseas.
¿Y qué haces para ser exitoso?
Y lo que seguramente ya sabes, trabajo, esfuerzo, dedicación, algo de tiempo, energía, pero hay una sola palabra que es la que define y encierra el concepto de éxito y es la autodisciplina, la perseverancia.
Así como el corazón es el órgano más importante, la perseverancia es una de las cualidades más importantes del ser humano, ya que es la habilidad que te permite llegar a cualquier lado.
Muchos tienen la idea errónea de pensar que se llega solo con inteligencia, por supuesto la inteligencia es un regalo maravilloso de Dios, ayuda y ayuda un montón, pero el secreto mágico está en la perseverancia, el tener disciplina, el seguir intentando, ¿hasta cuándo? Hasta que lo logres, así de simple y así de difícil, hasta que tenga sentido y propósito para vos.
Si tuvieran que elegir una cualidad de las dos, inteligencia o disciplina, la mayoría de las personas elegirían la inteligencia que es mucho más tentadora, es más jugosa, pero por más que tengas los mejores talentos, pero no tienes la disciplina para usarlos correctamente, esos talentos se pierden, se disuelven, quedan en el camino, se pierden.
Los últimos estudios en neurociencias revelan que la perseverancia y la disciplina están superando a la inteligencia.
Por cada esfuerzo disciplinado hay una recompensa múltiple.
Te quiero compartir el cuentito del oro.
Resulta que había un hombre que le dijeron que compre un determinado terreno ya que allí había un tesoro escondido, el hombre compra este terreno y empieza su proceso de excavación, excava un metro, dos metros, tres metros, pero no encuentra nada, sigue excavando y excavando hasta que un buen día este hombre se cansa, se rinde y dice aquí no hay nada, entonces decide vender el terreno.
El próximo comprador hace lo mismo, empieza el proceso de excavación, pero antes pide asesoramiento a expertos en minería de oro, excava un metro, dos metros, tres metros, no encuentra nada, se cansa, descansa y sigue excavando, cuatro metros, cinco metros, seis metros, no encuentra nada, descansa y vuelve a intentarlo durante varias semanas, hasta que un día este hombre encuentra el dichoso tesoro y se vuelve millonario.
¿En qué se diferenció el primer comprador del segundo?
En que el segundo tuvo solo ‘’dos metros más de perseverancia’’
El segundo comprador trabajó sin prisa, pero sin pausa, recorrió la milla extra.
Cuantas veces nosotros estamos a un metro del éxito, lo arañamos, lo tocamos, pero se nos escapa, no lo podemos sostener, porque ante el primer desafío, ante el primer obstáculo, nos asustamos y abandonamos todo.
A veces perdemos la posibilidad de ‘’volvernos millonarios’’ porque no tenemos paciencia para ver resultados y no percibimos que lo que hoy puede parecer difícil, mañana puede ser fácil, muy fácil.
Hay un famoso atleta en Sudáfrica que dijo: yo entreno 4 años para correr 15 segundos en los juegos olímpicos y hay gente que lo intenta dos meses y si no tiene resultado, ya está, deja todo.
A veces el fracaso se lo busca uno mismo.
¿Quién dijo que las cosas tienen que salir la primera, la segunda o la tercera vez? Hay que ser perseverante en trabajar la perseverancia.
Y tener disciplina para todo en la vida, disciplina para trabajo de cualidades, trabajo interno, disciplina para construir buenas relaciones, disciplina también para el estudio académico. Disciplina para todo.
Es muy difícil tener éxito sin la cultura del esfuerzo, el rey Salomón, el hombre más sabio de la historia dijo: ¿quién es el justo? el que siete veces se cae y siete veces se levanta.
Así que la disciplina de hoy, el trabajo imparable de hoy, el esfuerzo de hoy es el éxito de mañana.
Crisis: ¡¡¡dale la bienvenida a las crisis!!!
El otro día estaba charlando con una amiga acerca de los adolescentes, que muchos no saben qué hacer al finalizar el secundario y que algunos se sienten “perdidos” buscando su rumbo.
Entonces yo le comenté que es totalmente normal esa falta de identidad, de desánimo, que incluso nos pasa a nosotros, los adultos, ¿quién no ha tenido alguna vez una especie de crisis, un periodo de cuestionamiento personal, o un proceso de descubrimiento o quién no se ha sentido alguna vez emocionalmente inestable?
Entonces ella me dijo: yo no, yo nunca tuve incertidumbre o grandes bloqueos, yo siempre la tuve “clara”.
Entonces pensé, ¡pero qué vida aburrida! ¿Una vida sin desafíos?
No, gracias.
Si supiéramos todos los aprendizajes que podemos rescatar de los momentos de turbulencia de nuestras vidas, no nos preocuparíamos tanto a la hora de enfrentar cualquier crisis.
Las crisis no se refieren solamente a situaciones traumáticas, sino a las reacciones que tenemos frente a conflictos internos que pueden resultar en frustración, miedos y confusión.
Generalmente se asocian con desastres inesperados, repentinos, pero también tienen que ver con temas personales como sentido y propósito de vida, misión y espiritualidad.
Cuando una crisis golpea a tu puerta, espera, no la eches, no desesperes, invítala a pasar a tu casa, ofrécele un café y charlen un buen rato, escúchala con atención a ver lo que te viene a decir, seguro es algo importante…
Si pudiste mirar más allá de esa crisis y tuviste una pizca de visión, no solamente vista, sino de visión, cuando esa charla termine ya no serás las misma persona.
Cada crisis deja una enseñanza, una lección de vida, una inventiva para re direccionar nuestro camino y darle un rumbo más profundo, cada desequilibrio o cada desafío presenta una oportunidad, una nueva fortaleza, una luz en medio de la oscuridad.
¿Qué harías tú, si dios no permita, te encuentras en medio de una dificultad?
Pierdes tu trabajo, no te dan ese préstamo que estabas esperando para lanzar tu negocio, sufriste una estafa o si una relación importante en tu vida está en peligro, ¿cómo sobrevivir al trauma y al dolor?
Hay un pasaje de la biblia que es de mucha ayuda, la famosa historia de Jacobo en la que en la noche Jacobo lucha contra un adversario desconocido y anónimo “y se quedó Jacobo solo y luchó con él un varón hasta el alba”.
La frase clave es cuando Jacobo le dice al extraño: “no te dejaré ir hasta que me bendigas”.
En toda adversidad está la posibilidad de bendición, no dejes que ese momento duro de tu vida se vaya sin antes dejarte una bendición, un cambio, una nueva mirada.
Los hechos que en su momento son los que más duelen, a su vez son los que más nos hacen crecer. Por lo tanto cada vez que tenemos una crisis, debemos decirle: no te dejaré ir hasta que me bendigas.
La batalla no es fácil, a pesar de que Jacobo lo venció, él cojeaba, es decir las batallas a veces dejan cicatrices, pero lo más importante nos dejan una invitación a que empecemos a transitar un nuevo capítulo de nuestra vida, con más experiencia, más seguridad, más coraje.
No se podría fabricar el vino, si primero no se presionarían las uvas, no habría aceite de oliva, sin primero presionar las aceitunas, no habría perfume si las flores primero no son machacadas, así que no te angusties si hay presiones en tu vida.
Todas las historias de éxito vienen de historias de fracaso, el fracaso es parte del éxito, no es el opuesto. Es parte. En la vida nunca tomen atajos, no hay éxito sin esfuerzo, ni logros sin trabajo duro.
El fracaso trae coraje, trae fuerza, y muchas veces trae seguridad.
Es muy difícil el viaje al éxito sin ninguna parada, a veces hay que pasar por la “estación fracaso” para descansar un poco, refrescarme la cabeza, pensar un poco y luego emprender el viaje más renovado. Dale la bienvenida a todo, lo bueno, lo no tan bueno, las idas y venidas, el rechazo, la desilusión, los errores y los aciertos, la incertidumbre, los miedos, todo es parte de la misma ecuación.
Ante una crisis profunda, ya sea personal, social, profesional mucha gente se encierra y se ahoga, niega estar pasando un trance difícil, permítete este proceso, no es tan grave estar mal al atravesar la crisis, pero que no se transforme en un estado de ánimo que después no puedas manejar, está bien llorar si estás con un dolor, las lágrimas son también maneras de rezar, las lágrimas hacen su recorrido, y hablan cuando nosotros no podemos hablar.
Nunca desperdicien una crisis, se aprende más en las épocas malas que en las buenas.
Una vez escuche de un líder del ejército israelí que dijo cuando ves que el ejército está luchando contra el enemigo y está avanzando fácil, en realidad no estás avanzando, te están poniendo una trampa y lo mismo pasa a veces en la vida.
Si está todo demasiado fácil, mmmmmm.
Ahora que venimos reflexionando un poco acerca del tema, ya creo que podemos empezar a reemplazar la palabra crisis por otra, las crisis son oportunidades de oro para reconectarnos con nuestro verdadero ser, son búsquedas transformacionales, es como un viaje, pero no un viaje al exterior sino un viaje al interior, un viaje, pero no para escaparnos de la vida sino un viaje para que la vida no se nos escape.
¡Buen viaje!