Recientemente restaurado, pero prácticamente igual a como lucía cuando era habitado por la familia Piccaluga, este tradicional palacio de Buenos Aires sigue abriendo sus puertas a quienes quieran conocer su belleza. Ya sea con visitas guiadas diurnas o nocturnas, los amantes de la historia, la arquitectura y lo señorial pueden descubrir sus encantos en grupos reducidos, con una duración aproximada de dos horas.
Parte de la “vieja Buenos Aires”, esa que hace más de un siglo veía cómo las familias más acomodadas construían mansiones y palacios en sus calles principales, puede apreciarse en la actualidad casi intacta en la calle Marcelo T. de Alvear 1560, en el coqueto barrio de Recoleta. Allí, un pequeño cartel anuncia que se encuentra el centenario Palacio Piccaluga, con toda la opulencia y el resplandor de aquellos años dorados. Recorrer sus ambientes es como retroceder en el tiempo para ver y entender cómo vivían las familias acomodadas de la época, y por supuesto, cómo lo hacían sus numerosos sirvientes.
El punto de partida es la imponente escalera de mármol a través de la cual se accede al edificio y se recorren los 3 niveles del Palacio, la casa de servicio y su jardín. La excelente descripción del reconocido arquitecto Alfonso Piantini –quien además es uno de los principales artífices de la restauración- y los exquisitos detalles de cada rincón generan un ambiente único durante todo el recorrido.
El formato de la visita es similar para las guiadas diurnas, que comienzan a las 17:00, como para las nocturnas, que arrancan a las 20:00. La diferencia está en que quienes escojan la nocturna podrán disfrutar de un show musical instrumental en vivo en el salón principal, como así también una degustación de exquisitos quesos y vinos en el enorme jardín interno. El sábado 8 de diciembre serán las próximas, pero se espera que con las temperaturas de verano comiencen las visitas entre semana.
Acerca del Palacio
El Palacio Piccaluga es un edificio exclusivo correspondiente a la tipología residencial ¨Petit Hotel¨, de gran adhesión a principios del Siglo XX, y se trata de una versión minimizada del ¨Grand Hotel¨, tipología muy difundida en la aristocracia francesa. Sus casi 2000m2 de superficie cubierta, distribuidos en 3 amplias plantas, más un gran jardín interno, generan ambientes flexibles y amigables para poder vivir una experiencia única. Espacios sofisticados y señoriales se entrelazan con rincones acogedores y cálidos, aunados por la elegancia de la historia.
Inaugurado a comienzos del 1900, el Palacio fue el resultado de la obra del calificado arquitecto Ítalo-Suizo Domingo Donati (1866-1925), quien luego de estudiar en la Academia de Brera (Milán, Italia) llegó a nuestro país. Aquí fue reconocido rápidamente por su enorme capacidad y vivió durante cuarenta años, en los cuales proyectó numerosos edificios de excelente calidad en Buenos Aires y Mar del Plata. Su obra se destaca por la incorporación de pequeños patios que abastecen de luz a los sectores más oscuros de la planta permitiendo desarrollar una multiplicidad y versatilidad de espacios poco frecuentes para este tipo de edificaciones.
La arquitectura remarcable de la construcción se ve reflejada desde el primer paso, donde su suntuosa escalera invita a descubrir su fluida integración de la casa con el jardín y los contrastes de variados materiales que han perdurado en el tiempo. Una gran variedad de vitraux iluminan con luces de distintos tono, mientras que chimeneas y columnas de mármol, terminaciones de madera tallada artesanalmente y la delicada herrería son piezas únicas que acompañan el estilo del Palacio. La elegancia de su arquitectura y la sofisticación de cada uno de sus espacios presentan un escenario muy cómodo para la creación de nuevos eventos y vivencias inolvidables.