Por Yako Laus
Una vez más me tocó ir al precioso Teatro C.C. 25 de Mayo, en el corazón de Villa Urquiza para ver una gran obra. Esta vez, a diferencia de aquella última en que fui a ver Dulce Pájaro de Juventud, el publico resultó ser más joven e iconoclasta. Parejas jóvenes, grupos de amigos, aritos en los lugares más variados y muchos cigarrillos - sobre todo muchos cigarrillos - parecían ser el santo y seña para ver una obra que prometía mucho por los actores en escena, pero mucho más por provenir de la cabeza de Anthony Black dramaturgo y a la vez co-fundador de la compañía canadiense 2b Theatre.
No es que la obra tenga aspiraciones generacionales, pero se podría pensar que hay un grupo al que potencialmente se dirige. Si las distintas etapas etarias se retrasaron diez años y hoy los treinta son los nuevos veinte y los cuarenta son los nuevos treinta, podemos pensar que la obra apunta a éste último grupo de cuarentones afectados por la crisis de los treintañeros. En Cuando llueve asistimos a la vida de dos parejas que se conocen y se relacionan entre sí a la vez que atraviesan una crisis existencial. No importa si la crisis proviene de un "afuera" o si es gestada por ellos mismos, lo que en realidad vemos son cuatro almas - frágiles como una rama seca frente al primer golpe de viento invernal - intentando llevar adelante sus vidas en común, pero también sus vidas como individuos, cargando con el peso de una mochila repleta de miedos: a la soledad, a la fragilidad y al fracaso en todas sus formas. Así, mientras uno se refugia en la frialdad de los números y las posibilidades, ella se refugia en el hermetismo. Mientras el otro se refugia en el hedonismo, la otra se refugia en la filosofía oriental. Cada uno con sus herramientas busca formar un escudo, una coraza, un caparazón que le permita ordenar aquello que lo rodea. Es en éste punto donde aparece el tema central de la obra: ¿Hacemos lo que queremos o hacemos lo que podemos?. En un momento el personaje de Spregelburd grita: NO SÉ QUE HACER!!! (Como si alguien supiera!!!) y el teatro se vuelve en un silencio absoluto o para ponerlo en palabras de Black quien en la gacetilla cuenta en qué pensaba a la hora de escribir esta pieza: "¿Por qué hacemos las cosas que hacemos? En un mundo carente de sentido, excepto por lo que individual y colectivamente le adscribimos, ¿Cómo experimentamos nuestras relaciones a través de los acontecimientos de nuestras vidas, las reacciones de los otros y la frustración al no ser capaces de saber con certeza qué está aconteciendo dentro de la mente de nuestros seres más cercanos?" En lo que parece un canto al Kintsugi - el arte japonés de reparar con oro las quebraduras de distintos objetos para resaltar lo bello de la cicatriz - Black nos dice que los humanos seremos incompletos hasta no aceptar nuestras dudas e inseguridades, a la vez que aceptar lo azaroso y caótico de la vida. Pero más importante aún: Seremos incompletos hasta no abrazar no sólo nuestras propias debilidades, sino también las ajenas siendo, incluso, capaces de bañarlas en oro y tomarlas por fortalezas. Nuestra completitud está en abrazar lo incompleto del otro. Nuestra fortaleza en abrazar la fragilidad.
Un punto aparte para la excelentísima puesta en escena. Como espectadores teatrales asistimos, lentamente, al reemplazo de las escenografías tradicionales por pantallas de LED que lo pueden ser todo: Un galeón en alta mar, el castillo del Conde Vlad, la superficie gaseosa de Júpiter, la cueva de los macabeos o nada de eso. O todo eso al mismo tiempo. Sin embargo pocas veces, por no decir nunca, vi unas proyecciones semejantes. Sumamente expresivas, minimalistas y complejas al mismo tiempo, tienen tanta fuerza que pareciera, en ciertas ocasiones, ser un personaje más de la historia. La escena tridimensional de la cama, es simplemente brillante. Creatividad pura al servicio de la magia teatreril. Alabado sea Edison! Alabado sea Tesla!
Last but not least, último pero no menos importante, el coraje - a tono con lo que se viene viviendo día a día - de las mujeres del elenco: Moro Anghileri y Gloria Carrá, para subirse al escenario finalizada la obra, pañuelo verde mediante, para leer a viva voz y a todos los presentes la carta que el colectivo de actrices envió a la Cámara de Diputados en torno al debate sobre la despenalización del aborto el cual, por supuesto, apoyan. La reacción del publico ante semejante acto de valentía, de posicionamiento ideológico-político, en una época tan álgida y con un tema tan candente, fue de una ovación cerrada, cerradísima, con el publico de pie y aplaudiendo a rabiar. Tanto que con la única pregunta que se va uno al terminar la obra es en qué estarán pensando aquellxs diputadxs que se niegan a dar un derecho tan fundamental como decidir sobre su propio cuerpo a la mitad de la población de nuestro país.
FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Autoría: Anthony Black
Traducción: Rafael Spregelburd
Actúan: Moro Anghileri, Gloria Carrá, Matthieu Perpoint, Rafael Spregelburd
Vestuario: Macarena Garcia, Leesa Hamilton
Diseño De Proyección: Nick Bottomley
Redes Sociales: Jesica Converti, Yamila Melgarejo Veliz
Sonido: Christian Barry
Fotografía: Juan Pardo Goicochea
Asistencia De Producción: Florencia Bracco, Fernando Vallejos
Asistencia de dirección: Javier Kussrow
Prensa: Duche&Zarate
Producción ejecutiva: Sebastián Romero
Producción: Aldana Illán, Máximo Maciel Bo, Analía Thiele
Producción general: 2b Theatre
Coordinación técnica: Maria Jimena Vidal Alvarez
Dirección: Anthony Black
CENTRO CULTURAL 25 DE MAYO
Av Triunvirato 4444 - Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4524-7997 internos 212
Web: http://www.cc25.org/
Entrada: $ 250,00 / $ 200,00 / $ 160,00 - Martes - 21:00 hs - Hasta el 26/06/2018