La Reserva de Biósfera Delta del Paraná, ubicada en el municipio de San Fernando, tiene una gran riqueza ecológica que atrapa a los fanáticos de la naturaleza y despierta el interés de los turistas que se aventuran a vivir nuevas experiencias. Este lugar invita a disfrutar de los sonidos del río y a recorrer los laberínticos arroyos rodeados de una selvática vegetación. Un destino ideal para hacer una escapada cuando se pueda volver a viajar.
Se ubica en el noreste de la provincia de Buenos Aires, al extremo sudeste del gran Delta que forma el río Paraná en su desembocadura sobre el Río de la Plata, área que se conoce como Bajo Delta del Paraná. Está a tan solo 50 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En el 2000, la UNESCO la declaró como Reserva de Biósfera por sus características naturales y sociales. A través de esta declaratoria se busca compatibilizar la conservación y el uso de los recursos naturales.
Tiene una superficie de casi 89 mil hectáreas dividida en diferentes áreas. La zona núcleo, con más de 10 mil hectáreas, está destinada a la preservación de plantas y animales silvestres. Mientras en otros sectores se permite el desarrollo de actividades en armonía con el medio ambiente, entre ellas el ecoturismo.
“El turista se emociona mucho al ver tanta naturaleza” afirmó el guardaparque Mariano Tortarolo. Aseguró, además, que es un lugar perfecto para pasar el día e incluso quedarse todo un fin de semana.
Los ruidos típicos de la urbanidad son casi inexistentes. Tal vez pueda escucharse a lo lejos el murmullo del motor de una lancha. Aquí abundan los sonidos de los pájaros y del viento.
Las actividades del paisaje isleño tienen al río como protagonista. Una de las propuestas sugeridas por el guardaparque es recorrer, en la embarcación de algún vaqueano, los arroyos semicubiertos por una exuberante vegetación. Los alojamientos turísticos también ofrecen visitas guiadas por los canales de la isla.
Asimismo, se puede realizar avistaje de aves, de fauna local y safaris fotográficos durante todo el año. En primavera las mariposas brindan un espectáculo imperdible, casi onírico.
La pesca deportiva es otra de las actividades en esta región del Delta. El dorado, el pejerrey, el surubí, la boga y el patí son peces típicos de las aguas del Paraná de las Palmas y del Paraná Guazú.
En la reserva los visitantes podrán hospedarse en hosterías, campings o casas de familia que brindan una amplia y variada gama de servicios.
Una de las experiencias recomendadas es alojarse en un domo de cinco metros, con el techo transparente para contemplar la oscuridad del cielo nocturno.
Una belleza natural
La Reserva de Biósfera Delta del Paraná es un extenso humedal condicionado por mareas de agua dulce. “El Delta está regido por el agua que provoca la inundación de la tierra”, explicó el guardaparque Matías Tortarolo.
Existen más de mil especies de plantas, entre nativas y exóticas. Se distinguen medicinales, comestibles y acuáticas.
La selva en galería se destaca entre la vegetación de la zona. Es de origen misionero y se caracteriza por la “estratificación de las plantas”, indicó Tortarolo.
Los visitantes podrán observar ejemplares de la fauna ribereña como la garzamora, el carpincho y la nutria, entre otros. El ciervo de los pantanos habita estas tierras insulares. Es una especie en peligro de extinción y para su preservación fue declarado “Monumento natural” de la provincia de Buenos Aires.
Por otro lado, “el Delta continúa en crecimiento. Hay una dinámica de formación de islas hacia el estuario del Río de la Plata”, explicó el director general de Políticas Ambientales del municipio de Tigre, Gabriel Tato. Esos nuevos islotes nacen a partir de los sedimentos que llegan desde el río Bermejo.
El Delta del Paraná es una de las joyas de la gran diversidad del patrimonio natural bonaerense que espera a visitantes curiosos y amantes de la naturaleza cuando podamos volver a viajar.