Por: Ivana Slipakoff
Siempre me dio curiosidad conocer el Patio de Actores ya que las obras que tienen en cartelera me tientan de algún modo. Tuve la oportunidad de visitarlo al asistir a ver Ya nadie va a leer Moby Dick de Andrés Binetti hace unas semanas. Obra que en este caso me llamaba mucho la atención por algunas fotos que había visto en instagram y por su título.
El escenario está dividido en cinco espacios, microespacios podría decirse. En cada uno hay una escenografía totalmente diferente. A simple vista no se entiende ninguna relación entre estos lugares. Pero como uno deja de mirar a simple vista cuando comienza la obra, me daré cuenta que hay más similitudes entre estos de lo que hubiese imaginado.
Vamos conociendo, por momentos de manera paralela, las historias de quienes habitan los espacios. Conocemos a una cantante famosa en su estudio de grabación que dialoga con la fundadora de su club de fans, también escuchamos las conversaciones de una enfermera frustrada y saturada por lo que le toca vivir día a día en el hospital, una docente del CBC indaga cómo enseñar semiología sin que suene aburrido, una pareja de policías luchando entre su amor y su profesión y por último, una pareja de cordobeses pegajosa y enfermiza.
En escena hay doce actores y actrices, parece bastante cantidad en relación al espacio, pero no lo es. Los personajes nunca se van del escenario, siempre están presentes, salen y entran pero constantemente los vemos. Al ser cada espacio tan reducido, es muy lindo observar los objetos cuidadosamente elegidos para exponernos la identidad de cada habitante del edificio. El resto lo debemos imaginar nosotros, los espectadores.
¿Qué pasa cuando al espectador se le pide que imagine el resto? Cuando veo obras como Ya nadie va a leer Moby Dick me suelen resultar muy divertidas. Soy amante lectora y por ende estoy acostumbrada a imaginarme todo. Pero a veces me pregunto cómo vivirá la obra una persona que no es tan ávida de inventiva. Aun así, en esta dramaturgia el diálogo predomina por sobre todos los demás recursos. Los diálogos están muy bien ideados para dejarte pensando.
Son individuos conflictuados de diversas maneras que se van conectando. El amor hacia una persona o hacia una profesión se refleja todo el tiempo en sus acciones. Amor y odio, amor y frustración, amor y apego, amor y fanatismo, son algunas de las combinaciones que vamos conociendo.
Cada departamento está en su mundo hasta que, de repente, miran todos al mismo personaje. Sabemos que según nuestra imaginación hay paredes entre estos departamentos, pero.. ¿Las hay? o es nuestra cabeza que necesita cerrar cada línea, conectar cada punto. Que busca construir una imagen real. Desafiarnos como espectadores y buscar romper con nuestras estructuras van de la mano de jugar con las conexiones entre las historias.
En todas las relaciones puede pasar que haya un momento en el que tengamos que hacer el bolso y partir. Algunas relaciones pueden ser muy duraderas pero otras serán más efímeras. En Ya nadie va a leer Moby Dick vemos estos dos tipos, relaciones que persisten y se renuevan, y relaciones donde alguno tiene que tomar la decisión de juntar sus cosas e irse. Pienso en la cantidad de personas que no pueden dar ese paso y se condenan a sufrir más de lo necesario. Pienso en las relaciones felices, en esas relaciones que van como anillo al dedo. Y pienso, ¿Qué relaciones son las que generamos a cotidiano? ¿Nos metemos en relaciones forzadas sin darnos cuenta?
Ficha técnico artística
Dramaturgia:
Andrés Binetti
Actúan:
Pascual Carcavallo, Cecilia Ceresole, Nadine Cifre, Tomás Coxe, Sofía Fernández, Natalia Godano, Marcos Horrisberger, Tomás Landa, Tomás Pippo, Lucía Tirone, Grace Ulloa
Escenografía:
Yamila Barreira
Iluminación:
José Binetti
Redes Sociales:
Bárbara Majnemer
Fotografía:
Luisina Delorenzini
Diseño gráfico:
Juan Francisco Reato
Asistencia de dirección:
Tobías Olveira
Prensa:
Duche&Zarate
Dirección:
Andrés Binetti, Catalina Teuly
-Sábados 21hs en Patio de Actores
