Covadonga es uno de esos tesoros escondidos que encierra en sí misma otros muchos, como si de una especie de “matrioska” de la tradición y la belleza se tratara.
Son muchos los detalles en los que seguramente no reparas cuando vas a Covadonga; por eso hemos querido elaborar para ti una especie de guía secreta del Real Sitio.
En este recorrido te desvelamos 11 secretos imprescindibles para que descubras el Santuario de Covadonga, en Cangas de Onís, y conozcas un poco más toda la grandeza de un lugar de alto valor histórico, natural y espiritual, y cuna de una monarquía mítica .
El Mirador de los Canónigos, ideal para la vida contemplativa
Por la carretera que sube a los Lagos, y a escasos metros del inicio de esta famosa subida de montaña, a tu mano izquierda, te encuentras el llamado Mirador de los Canónigos. Si vas en coche, tienes un cómodo aparcamiento, justo a tu mano derecha.
El Mirador de los Canónigos recibe ese nombre porque antaño fue una de las atalayas preferidas por los canónigos de Covadonga para contemplar con tranquilidad el Santuario, y entregarse al reposo y la conversación en medio de tan verdes y bellos paisajes.
En la actualidad el mirador es uno de los lugares preferidos por los turistas y peregrinos para tener una visión distinta del Real Sitio y para hacer un alto en la ascensión a Los Lagos, famosos no solo por su natural atractivo sino por ser uno de los finales de etapa míticos de la Vuelta ciclista a España, donde además se han vivido gestas que ya están en los anales de la historia del deporte internacional.
Así que en tu visita a Covadonga no podrás olvidarte de hacer una parada en este histórico mirador.
La campanona, una obra de arte con romántico pasado
¿Te imaginas una monumental campana de tres metros de alto y cinco mil kilos de peso? Pues en Covadonga la encontrarás. Está ubicada en las inmediaciones de la Santa Cueva, en un lugar alto, donde también tienes espléndidas vistas de la Basílica y del histórico Hotel Pelayo.
Además, la “campanona” de Covadonga atesora una romántica y artística historia. Y es que esta sorprendente campana fue fundida en La Felguera (Langreo) a finales del siglo XIX, por la Compañía Asturiana de Metalúrgica, propiedad del ingeniero austríaco Arnaldo de Sizzo, Conde de Sizzo-Noris. Fue llevada a la Exposición Universal de París en 1900, y allí recibió el primer premio en su categoría.
Y con el paso de los años – allá por la década de los 50 del siglo XX – la campana fue donada al Santuario de Covadonga. Cuando te acercas a ella, los bajo-relieves esculpidos por el italiano Francesco Saverio Sortini sobre el hierro son sencillamente espectaculares, sorprendentes, todo un universo de historias clásicas, tanto cristianas como paganas.
No puedes irte de Covadonga sin disfrutar de esta gran obra de arte, ubicada en un entorno apacible y amable, que te invitará sin duda a la contemplación.
La cripta de la basílica, un espacio de culto muy especial
La cripta de la Basílica de Covadonga es un espacio de culto muy especial, y como tantos lugares en el Real Sitio guarda fascinantes historias.
Las obras de la cripta fueron dirigidas por Roberto Frassinelli, el famoso “alemán de Corao”, y a día de hoy es lo único que queda en el Real Sitio de la mano de este personaje apasionado y apasionante que tanto contribuyó a dar a conocer los Picos de Europa y su entorno.
Anécdota curiosa y prueba de la vinculación histórica de la monarquía española con Covadonga es el hecho de que el primer barreno para iniciar las obras de esta cripta fue disparado por Alfonso XII en 1877, hace ya ciento cuarenta años.
Por supuesto y como no podía ser de otra manera, la Asturias indiana tiene presencia e influencia en Covadonga y una muestra de ello es el altar de mármol de la cripta, que fue donado por Antonio Monasterio, asturiano residente en Cuba. Sobre este altar luce una virgen de marfil, que le da un aire distinto y cosmopolita a una cripta que tiene algunas obras notables de imaginería, y cuya luz natural se cuela a través de unas vidrieras, y que cuenta además con un enorme confesionario.
Por cierto, las misas en la cripta tienen que ser por encargo y para grupos.
El Parque del Príncipe, un verde remanso de paz a los pies de la Santa Cueva y de la Basílica
Otro recóndito tesoro de Covadonga es el Parque del Príncipe, un auténtico remanso de paz a los mismos pies de la Santa Cueva y de la Basílica.
El parque es un auténtico jardín del Edén, con una frondosidad increíble donde podrás disfrutar de la sombra de los árboles propios del bosque atlántico. Y además, como si de un lugar de cuento se tratara, está surcado por el río Covadonga y en un tranquilo paseo te encuentras preciosos puentes, fuentes, cascadas de espectacular belleza y algunos edificios de alto valor arquitectónico como el antiguo Mesón de Peregrinos.
El Parque del Príncipe es un exquisito pulmón en el corazón de Covadonga donde podrás caminar, relajarte, hacer fotos o grabar vídeos que te resultarán inolvidables porque el marco no tiene parangón.
Una cascada sagrada
En tu agradable ruta por el Parque del Príncipe, una de las maravillas que descubrirás será una cascada que hay justo en los aledaños del gran risco en el que se ubica la Basílica. El salto de agua es impresionante tanto por su potencia como por su orografía, y el entorno es absolutamente envolvente, divino, como si de una cascada sagrada se tratara.
Es un lugar espléndido para una parada, para el solaz y la meditación, e incluso, para soñar con un buen baño estival…
Una fuente con leyenda
La Fuente de los Siete Caños, también conocida como Fuente del Matrimonio, es un lugar ideal para todos aquellos que se dejan seducir por las leyendas de amor.
Existen unos famosos versos de la tradición astur que resumen el espíritu legendario de esta fuente tan especial:
La Virgen de Covadonga
Tiene una fuente muy clara
La niña que de ella bebe
Dentro del año se casa
Se cumpla o no este mítico dicho, lo cierto es que la fuente existe desde mucho tiempo atrás y está enclavada justo debajo de la Santa Cueva, muy próxima a la cascada del río Covadonga, cuya agua embalsada a las faldas de la mismísima Virgen de Covadonga da forma a una singular poza donde muchos visitantes y peregrinos lanzan monedas pidiendo deseos.
De la rosa verdosa, rica en musgos y líquenes, brota el agua a través de una cruz de la Victoria tallada en esta pared natural, y cae sobre una pila que cuenta con siete caños, y de los caños el agua va a una balsa de piedra… La fuente es bellísima y si quieres que se cumpla el encantamiento, ya sabes, tendrás que beber de sus siete caños…
El cementerio de Covadonga, un recinto donde se respira eternidad
En las proximidades de la Cueva, y muy cerca de la carretera que sube a los Lagos, verás una senda verde, ideal para recorrer a pie, y a los pocos metros descubrirás el cementerio de Covadonga, que por su entorno boscoso y la antigüedad de algunos de sus enterramientos es otra joya para descubrir.
El cementerio tiene un precioso altar de piedra y una capilla, y en el camino de entrada verás una antigua cruz, cuya inscripción la data en el siglo XVII. Esta cruz fue durante mucho tiempo la que marcó la entrada al recinto santo de Covadonga, y desde hace un par de décadas marca la entrada al camposanto.
En el cementerio de Covadonga, el tiempo parece acariciar el aire con vocación de eternidad…, y sin duda es uno de esos lugares que no te dejarán indiferente.
La capilla de la Santa Cueva, donde la sencillez impera
La Cueva de la Virgen de Covadonga te llamará la atención por su sencillez, al mismo tiempo que por su originalidad. Lejos de la grandiosidad, el refugio natural de la Santina te resultará acogedor, cálido y hasta coqueto, como si de un pequeño hogar con vistas a las montañas astures se tratara.
En la Cueva, además de la imagen de la Virgen y algunos enterramientos regios, llamará tu atención una capilla enclavada en la roca. De estilo Neorrománico, esta humilde capilla es en la actualidad un espacio para el Sagrario, aunque antaño se utilizó para los oficios durante la época invernal, justamente cuando hace más frío en Covadonga y no hay presencia masiva de visitantes y peregrinos.
La capilla es realmente un espacio muy agradable, de tono intimista, donde las maderas doradas y policromadas, obra del artista valenciano Juan García Talens, crean una atmósfera de recogimiento y meditación.
La colegiata, el edificio más antiguo del Santuario de Covadonga
La Colegiata de San Fernando data del siglo XVI, y es la construcción más antigua que existe en Covadonga. Fue inicialmente la iglesia del Real Sito, para transformarse andando el tiempo en monasterio y casa de novenas.
El edificio, que verás a la derecha de la Cueva si la miras desde abajo, antes de subir las escaleras de acceso al recinto sagrado, tiene un aspecto sobrio, que no te llama demasiado la atención, porque tu mirada se centrará inicialmente en la Cueva, la cascada o la poza.
Sin embargo si te paras tranquilamente a contemplar el entorno de la gruta, percibirás la armonía de todo el conjunto, y en gran parte se debe a la sencillez de la colegiata, que cuenta con una especie de plaza exterior con una fuente monumental muy guapa, en un rincón que te dará para ver en lontananza la Basílica.
La solemnidad de una Basílica
La Basílica de Santa María la Mayor de Covadonga, levantada a finales del siglo XIX e ideada por Roberto Frassinelli, llama la atención por muchas razones, pero hay dos que destacan a simple vista: una es su tonalidad rosácea, tanto en el exterior como en el interior, y que contrasta con el verde del paisaje de monte y bosque sobre el que se proyecta, y otra es el lugar donde está enclavada, en lo alto de un risco rodeado de un bosque que termina en el fondo de un valle.
La Basílica, de estilo Neorrománico, no está exenta de moderada solemnidad, pero al igual que ocurre con la Cueva, es un templo que impresiona sobre todo por el entorno y por la armónica combinación de todo el espacio del Real Sitio.
Contemplada desde el triforio, que en las primeras décadas del siglo XX fue palco para las familias que ejercían de mecenas del Real Sitio, la Basílica es de una proporcionada belleza.
Y siempre es un lugar concurrido, lleno de vida, donde se mezclan peregrinos, turistas, curiosos y personas del mundo entero, que deambulan por la propia basílica y por su explanada.
El Obelisco, donde cuentan que D. Pelayo fue proclamado rey
Cuentan algunos cronistas y eruditos de la intensa y densa historia del Real Sitio de Covadonga, que D. Pelayo fue elegido rey en El Repelao, justo a la entrada de Covadonga.
Tamaña gesta es recordada por un obelisco “coronado” por la Cruz de la Victoria, precisamente en El Repelao, topónimo por cierto vinculado al Rey Pelayo.
El Repelao es un agradable lugar para hacer una parada, de la que entras o sales de Covadonga. Puedes aprovechar para echar un vistazo a este obelisco, que fue instalado en la segunda mitad del siglo XIX por miembros de la familia real española, y de paso hacer una parada en alguno de los bares o restaurantes que allí se encuentran.
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