Camino apurado para llegar tranquilo. Caigo en la cuenta de la contradicción y, por tanto, del nivel de sincronización (o ¿alienación?) de mi ritmo al ritmo citadino. Los mensajes de whatsapp se apilan sin piedad, y los cientos que fueron leídos durante el día se enquistan en mis terminales nerviosas dando breves impulsos eléctricos que activan intermitentemente caóticas sinopsis neuronales. Estoy seguro que el progreso tecnológico terminará por arruinar nuestra corteza prefrontal, o por hiperdesarrollarla. Así pasaremos a un nuevo eslabón evolutivo en la escala darwiniana. Lo que no sé es si eso será necesariamente beneficioso, como tampoco sé si lo fue dejar la selva (para edificar otra).
En medio del tumulto céntrico de la calle Corrientes encuentro a D, quien me acompaña esta noche. Ingresamos al Metropolitan con las expectativas altas. Se habla maravillas de Petróleo y de las cuatro fantásticas del grupo Piel de Lava. No en vano se acarrean años de salas llenas, nominaciones y premios.
Las luces se apagan y la obra nos transporta hacia un paraje frío y desolador. Cuatro hombres (interpretados por Elisa Carricajo, Valeria correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes) discuten dentro de un trailer en la oscura noche de un yacimiento petrolero de la Patagonia. El pozo, sombrío, casi agotado, del cual deben extraer lo poco que aún persiste, parece hablarles. Son trabajadores desprotegidos, conviviendo en el medio de la nada, en una zona plagada de peligros, de mitos, de fantasmas. El viento sopla y el piso cruje. Cosas enterradas que despiertan y respiran, hacen presión y se precipitan hacia la superficie.
En Petróleo, las actrices del grupo Piel de Lava encarnan a hombres en un mundo de hombres con una rigurosidad verdaderamente brillante. Extraen, certeramente, la sustancia pura del prototipo de conversación masculina entre masculinos. Se reúnen todos y cada uno de los elementos que, una y otra vez, incontables grupos de varones alrededor del mundo repiten (repetimos). Tan fiel es la interpretación que el espectador solo puede agradecer con la risa permanente.
Ahora bien, en aquella masculinidad tradicionalmente entendida, la que desprecia la sensibilidad, oculta el miedo, premia la agresividad y ostenta la hombría, algo empieza despertarse. En medio de aquel muro discursivo tan enorme y antiguo, una pequeña grieta parece abrirse y comienza un proceso de inevitable resquebrajamiento. Es desde aquí que los personajes se van transformando, como la realidad, en tránsito hacia algo nuevo, más auténtico, más vinculado al deseo.
El petróleo es una sustancia combustible negra y viscosa. Su origen está en la descomposición de las sustancias orgánicas producidas por la acción de microorganismos, por el incremento de la temperatura, por enterramiento y por el tiempo (millones de años). Su extracción es altamente contaminante y es un recurso fósil no renovable. Por ello, su caducidad es inminente.
Las actrices y dramaturgas de este obrón se atreven a extraer el petróleo. Se permiten jugar con él, entienden y dejan en evidencia que esas dinámicas están llegando a su final. Los fosilizados modos de relación caen por su propio peso y hasta dan ternura cuando aparecen el deseo y la risa. De aquí la enorme virtud de haber creado esta obra que no para de cosechar el amor de un público en expansión permanente.
Extraordinario guión, actuaciones impecables y una puesta en escena hermosa. Petróleo es una obra que implica un juego y un riesgo actoral que difícilmente alguien no pueda apreciar. Acontece todos los miércoles a las 21:15 hs en el Metropólitan Sura.
¡Hasta la próxima!
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FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Elisa Carricajo, Valeria Correa, Laura Fernández, Pilar Gamboa, Laura Paredes
Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa, Laura Paredes
Fabián Barbosa, Sofia Palomino, Daniela Sitnisky
Elisa Carricajo, Valeria Correa, Laura Fernández, Pilar Gamboa, Laura Paredes