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CULTURA

Othelo. ¿Hasta dónde llega Shakespeare?

En física existe el estudio sobre la mecánica de los sólidos deformables. Allí se define a la elasticidad como una propiedad física y mecánica de ciertos materiales de sufrir deformaciones reversibles cuando se encuentran sujetos a la acción de fuerzas exteriores, y de recuperar la forma original si estas fuerzas exteriores se eliminan.

Traspolemos esta definición al terreno de la palabra. De la palabra escrita. Pensemos en la elasticidad de los textos. ¿Cuánto puede un texto? ¿Hasta dónde puede estirarse sin dejar, en efecto, de ser aquel texto?

¿Y un texto shakesperiano?

Afirmar como si fuera una novedad que Shakespeare pertenece a todos los tiempos y a todas las épocas sería caer en un facilismo. No hace falta mucho para entender que la potencia de sus textos continúan interpelando nuestra realidad actual.  – Eso también nos hace ver que poco hemos cambiado -. Pero no es por la inapelable sustancia del texto shakesperiano que “Othelo”, reversionada por Gabriel Chame, es un espectáculo único que deslumbra desde el año 2013 tanto en Europa como en todo América Latina. Sino que lo es por llevarla hacía el límite de sus posibilidades. Por proponer una mutación poderosa y riesgosa, pero reversible.

¿Hasta qué punto, una hipotética mecánica de los textos deformables podría explicar semejante distorsión de una obra dramatúrgica clásica y que, aun así, se conserve fielmente la esencia y la belleza de la misma?

Porque en esta reversión, la identidad del texto se respira y se transmite. Conmueve. Pero la palabra original es tironeada y forzada. Incluso, por momentos, ridiculizada. Profanada. Se encuentra sometida a la acción de potentes fuerzas exteriores - el teatro físico, la picardía porteña, el ritmo vertiginoso propio de nuestro tiempo, actuaciones que ponen el cuerpo y el juego antes que la letra, una escenografía experimental, entre tantas otras. –. La historia de amor, de celos y de muerte. La de aquel moro que se deshace de odio en viscerales sospechas de traición de su amada, Desdémona. La traición de un amigo. El femicidio. La tragedia clásica del autor conserva toda su potencia. Y se multiplica en el efecto al añadir la risa, la complicidad y el juego.

En una tierra lejana, llamada Buenos Aires, en el siglo XXI, cuatro jóvenes actores en un escenario se divierten ablandando y estirando las palabras de un texto clásico de 1603. Estirarlas al máximo. Hasta donde hasta donde dé su elasticidad. Como chicos jugando con plastilina.

La apuesta principal del director es el ritmo. Se percibe el pulso constante. La obra entera está coreografiada y hay danza en cada partícula de espectáculo. Hasta músicos llegan a ser los actores, que no dejan de sorprender por la versatilidad; cantan, bailan, juegan. Algunos, incluso, logran interpretar varios personajes.

La sincronización y el entendimiento en escena son claves tanto para la ejecución de las líneas complejas como para llevar adelante la apuesta del juego corporal del clown. En relación a esto, con P, mi acompañante de esta noche, nos asombramos que haya sido el debut de Nicolás Gentile en Othelo. Jamás nos hubiésemos imaginado que era su primera función en la obra. Será virtud de él mismo, del director y del elenco también compuesto por Matías Bassi, Elvira Gomez y Martín López Carzolio.

El juego de complicidad con el público es un elemento que aparece como una constante. La cuarta pared se rompe y parece una puerta giratoria por la cual los personajes desfilan y se divierten. Los guiños con la actualidad pandémica, los doble sentidos, los gags del teatro físico son herramientas que permiten conectar a los actores con el espectador.

Párrafo aparte para la estética lograda entre la escenografía, el vestuario y las luces. Los colores, los elementos elegidos, la incorporación de pantallas y cámaras, etc. Son partes necesarias que componen la belleza de la obra.

Con mi querido amigo P, que es un enorme actor improvisador, dejamos el Caras y Caretas con elevados niveles de felicidad. La noche está resuelta y menos mal. Ya pronto serán las 23 y habrá que volver a casa. El teatro con protocolos funciona muy bien, o eso noté en cada función que fui. En todo momento nos sentimos cuidados, con el respeto de la distancia y con el entendimiento de un público que se compromete en los recaudos.

¡Hasta la próxima!

 

Si querés adquirir entradas, acá te dejo el link: http://www.alternativateatral.com/ficha_obra.asp?codigo_obra=27007

FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA

Autoría: William Shakespeare

Adaptación: Gabriel Chame Buendia

Actúan: Matías Bassi, Nicolas Gentile, Elvira Gomez, Martín López Carzolio

Vestuario: Gabriel Chame Buendia

Escenografía: Jorge Pastorino

Diseño de luces: Jorge Pastorino

Diseño sonoro: Sebastián Furman

Redes Sociales: Juan Gabriel Yacar

Fotografía: Gianni Mestichelli

Diseño gráfico: Matías Bassi, Agostina Bruzzone

Asistencia de escenario: Paula Cecilia Ceresole

Asistencia de escenografía: Cecilia Stanovnik

Asistencia De Producción: Micaela Fariña

Asistencia técnica: Ariel Dabbah

Asistencia de dirección: Justina Grande

Prensa: Marcos Mutuverría

Producción ejecutiva: Juan Gabriel Yacar

Producción: Buendia Theatre

Dirección: Gabriel Chame Buendia

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