Por Yako Laus
Prácticamente en medio de ambos; alejado de la hilera de luces de neón que significa el céntrico corredor Corrientes para la escena teatral porteña y alejado, también, de ese nuevo vértice de la cartelera teatral independiente que es el barrio de Chacarita, asoma La Pausa Teatral. Ubicado en la zona noroeste del barrio de Almagro, más específicamente en Corrientes 4521 entre Yatay y Lambaré, ésta tranquila y acogedora sala a la que se accede luego de atravesar un largo pasillo y que años atrás fue una fábrica de gorros, le brinda la posibilidad a 122 personas por fin de semana - una función los viernes y dos los sábados - de asistir a la obra La Shikse.
A los desprevenidos, como dice el folleto, la palabra Shikse es de origen Yidish y su significado es el de "no judío", "goy" o "gentil" dependiendo las épocas y quién lo diga. Sin embargo, la etimología de la palabra no resultaría tan interesante si no fuera por una cuestión que la protagonista se encarga de resaltar: Acá, en la obra, - o lo que bien vendría a ser lo mismo, entre los judíos ashkenazíes - no importa el significado de la palabra, sino su fuerza simbólica. Shikse - o Yishire para los judíos de origen sefaradí - es una forma despectiva de dirigirse a la empleada doméstica o, como prefiere ella que le digan: la chica.
Si hasta este punto hay palabras que escapan a su conocimiento, o que les resultan tan lejanas como el ruido de un volcán en Siberia es porque, vale decir, esta obra es una obra prácticamente de nicho. El público, salvo por mí y mi compañera P., de la que voy a hablar más adelante, parecía un público compuesto, casi en su totalidad por socios de Macabi o Hacoaj. Tanto así, que incluso interactuaban entre ellos o con la protagonista misma - durante la obra - volviendo la situación un tanto incómoda para el espectador ajeno al código. Sin embargo, y en un intento de acercar ésta muy buena obra al público en general, también es importante destacar que la historia que se nos cuenta contiene tanto de comedia como de drama. Explico: si bien la comedia se basa en lo particular para hacer reír (Seguramente un chiste en Tanzania no causaría el mismo efecto que un chiste en Japón), el drama hace lo suyo en lo universal (La pérdida de un amor o un hijo, por ejemplo, seguramente afecta lo mismo a una madre en Panamá o en Alaska). Así, este giro en el tono que se da promediando la obra, permite la conexión con un público que seguramente hasta entonces se encontraba a la deriva.
Permítaseme aún ser más explícito si cabe, ya que lo que digo acá lo hago con conocimiento de causa. Tanto así que fue ella quien me inspiró a escribir el párrafo anterior. Sino, de seguro, por pertenecer yo mismo al universo que narra la historia, hubiese dado varias particularidades por obvias. En fin, como digo, fue P. - las bondades de tener entradas gratis al teatro - correntina de veintitantos, licenciada en filosofía y, por supuesto goy, que me alertó, al finalizar la obra, que durante toda la primera parte le había costado interiorizarse en la lógica de la misma.
Seamos claros: La obra está ubicada temporalmente en lo que parece ser un momento de los noventa - aunque bien podría ser la actualidad - en que nuestra protagonista, María, la mucama, la paraguaya, vive la vida de la familia judía que la contrató cama adentro: Los Sucovsky. A lo largo de varios años, María aprende de la comida kasher, del rikudim, de los countrys, del Iom Kipur, de la Torá y de los Bat Mitzvot. Aprende también esa extraña modalidad de viaje que suelen tener las familias judías durante el verano, moviéndose al exterior como manadas temerosas de romper la burbuja, casi siempre al mismo destino: hoy Punta del Este y Miami; ayer Maceió y Florianópolis. En el ámbito local, por supuesto, Miramar. A lo largo de toda esta primera mitad, el guión se despacha con chistes ácidos y mordaces, interesantes e inteligentes de los que yo disfruté, pero de los que, como es obvio, mi bellísima P., no. He ahí un problema: La Shikse cuenta pero no explica y en ese trajín, la parte de la comedia, queda relegada a un público selecto. De nicho, como dije antes.
Sin embargo, para placer de mi compañera - y de todos los que estábamos ahí - la segunda parte toma un giro dramático, interesante e inesperado del que no me gustaría revelar nada. Sin dejar afuera el judaísmo, vuelve su mirada sobre temas tan sensibles como la inmigración, la pobreza y el Ser Mujer - a varios niveles -. Temas tan actuales todos, que nadie de los que esté viendo la obra puede sentirse ajeno. Aquí el gozo se vuelve universal, y no sólo eso, sino que de paso nos regala una esplendorosa actuación de Mariela Kantor obligando a toda la sala a un aplauso cerrado.
Ahora, para terminar, un apartado con unos pequeños pensamientos:
Si al principio de la obra pensaba en llevar a mi abuela con sus amigas para que se regodeen en un judaísmo y en una época que tanto tenía de nihilismo y desinhibición, ahora creo que es mejor invitar a personas capaces de tener una mirada crítica sobre la sociedad que nos envuelve. La obra, finalmente, se encarga de deconstruir esto. La cara de aquellas bobes y aquellos zeides a la salida de la sala, luego de ver lo que empezó como una parodia sobre el judaísmo y los noventas y terminó mutando en una feroz crítica a aquello que aún hoy nos rodea, fue descorazonador.
Segundo pensamiento: Ojo con quienes van acompañados. Si están en una cita y la primer parte de la misma es ver La Shikse, sepan que van a salir de la sala habiendo visto una buena obra, pero con el ánimo por el piso. Es, como se dice, remar en dulce de leche o – para lo que vale la obra – remar en apfelmus. No les voy a contar las cervezas que me costó remontar la mía..
FICHA TECNICA:
La Shikse de Sebastián Kirszner
Actriz: Mariela Kantor
Intérpretes: Sebastián Marino e Ignacio Goya
Duración: 60 minutos
Funciones: Viernes a las 21 y Sábados a las 19 y 21hs.
Sala: (La Pausa) Teatral Av. Corrientes 4521
Localidades: $330.- Jubilados y menores de 30 años: $300.-
Reservas: (La Pausa) Teatral ó 155-123-2030 y Alternativa Teatral