Por Yako Laus
De los tres circuitos teatrales que conviven hoy en la Ciudad de Buenos Aires, el que más me atrae es el Oficial. Los teatros Regio, Sarmiento y San Martín brindan, por si mismos, un aura especial a cualquier obra que allí se presente. La elección de las obras es excelente y, en su mayoría, las obras mismas y sus puestas son tan arriesgadas que difícilmente podrían trasladarse a teatros de otra clase. Haciendo un rápido recuento, entre lo último que vi, se destacan El Avaro de Moliere y El Enemigo del Pueblo - ambos en el Regio - e Hipervínculo y Campo Minado en el San Martín. Es de ésta última obra, con autoría y dirección de Lola Arias, de la que voy a hablar acá.
Estoy sentado en un comodísimo sillón en el hall de la Sala Casacubierta en el subsuelo del San Martín, comiendo el sexto pedazo de queso dambo y tomando la cuarta copa de Champagne. Sospecho que la mezcla con las dos cervezas que tomé antes de entrar no me va a hacer muy bien pero, ¿quién se puede rendir al Champagne gratis? Vestido de jogging y con mis zapatillas Nike, mato la espera elucubrando acerca de lo poco que avanzó la libertad individual de las personas y cómo seguimos reglamentados por mandatos sociales inventados vaya uno a saber cuándo y por qué. Vestirse bien para ir al teatro ¿Cómo en pleno siglo XXI seguimos ponderando lo que tenemos por sobre lo que somos? ¿La imagen por sobre el contenido? A mi no me importaría si el cajero que me atiende en el banco tiene una cresta multicolor y un gancho en la nariz. Estoy por agarrar mi quinta copa de Champagne cuando me invitan a entrar. Lo agradezco.
En la obra me toca sentarme justo detrás de Lola Arias y de su pareja Alan Pauls. Sorprendentemente lo primero que pienso es cuántas veces tendrá que haber visto esta obra el pobre de Alan. Pienso también que el celular de Lola es bastante viejo y que si giraran a preguntarme algo intrigados por el motivo de mi escritura, no sabría muy bien que responderles. La obra empieza y ya nos damos cuenta que una vez más, el estilo cabalgará entre la ficción y el documental. El elenco está compuesto por seis actores: tres argentinos y tres ingleses, todos ex combatientes de Malvinas. Los mandatos sociales y las imágenes cumplen en esta obra -toda una premonición - un rol fundamental: Conceptos como Patria y coraje, se debaten la escena con memorias del pasado de cada uno de los protagonistas. Pienso en Baremboim y su orquesta palestino-israelí. Pienso que el arte inclusivo es la mejor forma de acercar a dos pueblos en conflicto, mientras que Marcelo Vallejos, uno de los argentinos, dice que a pesar de que ninguno de ellos sabe ingles y ninguno de los otros sabe español, lograron trabajar en conjunto para sacar la obra adelante.
La obra - que, tengo que decirlo, es brillante - pone de manifiesto infinidad de cuestiones cuando compara a unos con otros, cuando construye con unos y otros. Cuestiones que quizá ya sabemos, pero que cuando la vemos bajo este nueva óptica y de la boca de los sobrevivientes de ambos bandos eriza la piel. El nacionalismo del lado de los ingleses, contra la mala suerte en el sorteo del lado argentino podría ser sólo una de ellas. La pregunta disparadora pareciera ser no sólo qué recuerdos tienen de la Guerra, sino cómo esos recuerdos se volvieron una parte constitutiva de ellos mismos. Entre la omnipresencia del tema en el ideario argentino y la casi ausencia en el ideario inglés, flotan estos sujetos que se siguen preguntando qué hacer con todo aquello que aún tienen en sus memorias. Por suerte Arias es quien parece darles una utilidad a la vez que una respuesta.
Los seis protagonistas de la obra son todos muy diferentes entre sí, incluso los que pelearon en el mismo bando. Uno se volcó a la actividad física, otro a la música, otro a la psicología, otro a la docencia, otro a la abogacía y otro a viajar por el mundo en busca de buenas oportunidades laborales. No importa quién se dedico a qué, porque en el fondo no importa quién es quién ni para que bando les tocó luchar. ¿Defender por orden de Tatcher? ¿Atacar por orden de Galtieri? Almas quebradas al servicio de algunos de los seres más despreciables del siglo XX.
Una vez más pienso en la creadora de toda esta pieza imaginando el trabajo que debe haber sido rastrear a estas personas para convencerlas de subirlas a un escenario, dispuestos a remover sus recuerdos más profundos y contarles a miles de personas a ambos lados del océano lo que les significó haber sido parte de una guerra tan inútil como cualquier otra. Aunque quizá el logro mayor se resuma en una de las últimas frases que dice Vallejos frente al psicólogo inglés: Antes pensaba en encontrar un Ghurka - nepalíes que lucharon para la Corona - para matarlo, ahora me tomaría una cerveza.
Ficha técnico artística
Autoría: Lola Arias
Performers: Lou Armour, David Jackson, Rubén Otero, Sukrim Rai, Gabriel Sagastume, Marcelo Vallejo
Vestuario: Andy Piffer
Escenografía: Mariana Tirantte
Diseño de luces: David Seldes
Video: Martín Borini
Música original: Ulises Conti
Sonido: Ernesto Fara
Asistencia de escenario: Ezequiel Paredes
Asistencia de vestuario: Federico Castellón Arrieta
Asistencia general: Agustina Barzola Würth, Erika Teichert
Asistencia técnica: Imanol Lopez
Asistente de producción: Lucila Piffer
Asistencia de dirección: Facundo David
Producción: Luz Algranti, Sofia Medici
Investigación: Luz Algranti, Sofia Medici
Dirección técnica: David Seldes
Dirección: Lola Arias
TEATRO SAN MARTIN
Av. Corrientes 1530 - Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 0800-333-5254
Web: http://complejoteatral.gob.ar/
Entrada: $ 220,00 - Domingo, Viernes y Sábado - 20:30 hs - Hasta el 30/09/2018
Entrada: $ 110,00 - Miércoles y Jueves - 20:30 hs - Hasta el 30/09/2018