Debo confesar que es la segunda vez que veo La Conducta de los Pájaros. Hace dos años la vi con Yair Laus, el cronista que me antecede en Turismocero. El lector puede intuir que si elijo repetir una obra, tiene que deberse a una buena razón. Las razones son varias y difíciles de condensar en una humilde crónica. Sin embargo, claro está, corresponde a mi trabajo intentarlo.
Advertencia: si al lector no le interesa en lo más mínimo la Política, le diría que puede prescindir de esta obra y también de esta crónica. A quien, por el contrario, le sea un tema de interés, le diría que haga lo posible por ir. A toda persona que haya reflexionado o participado en la búsqueda de la construcción de un mundo más igualitario, le digo con franca certeza, que esta obra es imprescindible.
Sin más preámbulos, es viernes y estoy agotado y agobiado. Con el auto me pasa a buscar por el laburo “T”. Lo invité porque además de un gran amigo, es un gran interlocutor político. Luego de estacionar cerca del teatro y tomar unas cervezas en la placita de la vuelta, entramos al Calibán. La noche ya empieza a levantar vuelo.
Para quien no haya ido aun, el solo hecho de asistir al Calibán es una experiencia fuera de lo común. El espectador debe abrir la puerta de una casa chorizo y atravesar un largo pasillo. Al fondo de todo, encontrará una entrada sencilla. Por allí se ingresa a una sala donde pueden verse panfletos, libros, banderas, murales. Se respira arte, pensamiento y resistencia. Da la sensación de que se asiste a un refugio de ideas. Ambiente a cargo de nada menos que del señor Norman Briski.
La obra plantea un encuentro ficcional entre dos enormes personajes. El mismo pudo haber existido en alguna internacional socialista. Por un lado, Manuel Ugarte – viajero, pensador, teórico, escritor y político argentino. Un hombre que viró del socialismo al peronismo en una vida dedicada a la lucha por la Patria Grande–, del otro, Rosa de Luxemburgo – una de las ineludibles de la historia y de la retórica marxista -. En este hipotético cruce se desarrolla un profundo debate de ideas que atravesaron y marcaron a la izquierda y al mundo a lo largo de todo el siglo XX. Reforma o revolución, nacionalismo democrático o dictadura del proletariado, autodeterminación de los pueblos o internacionalismo, sujetos de etnias o naciones o sujetos trabajadores, arte como fin en sí mismo o arte al servicio de la transformación.
Ahora bien, ¿qué sucede si a la discusión entre estas dos potencias, se le suma un milenial?
Hablo de Litero. El personaje en busca de respuestas. Desprovisto de certezas ante la complejidad de la época, desde su Tablet, invoca y revive a Manuel y a Rosa. En el diálogo con ellos pretende hallar una alternativa. Algo que le indique qué hacer, alguna huella que oriente su andar. Él también quiere cambiar el mundo. Pero está abrumado. Está solo, pero hipercomunicado. Sobreinformado, pero muerto de impotencia. Consciente, pero cansado y sin dirección. Para alguien de mi generación, resulta sencillo reflejarse en Litero, el intelectual.
Con una estética experimental, La Conducta de los Pájaros no le teme al juego. Se arriesga y transita momentos escénicos para los que el espectador no suele estar habituado. Sin embargo, gracias a otro enorme guión de Briski (también dirige) y Muleiro, uno los aprecia y los agradece. La escenografía - que incluye personajes históricos, luces, carromatos de complejidad mecánica - se suma a los riesgos que toma la obra. Ah, casi me olvido. La música la hace Fito Paez. ¿Lo conocen?
El trabajo de los actores es totalmente destacable. Realizan un esfuerzo descomunal, tanto para ejecutar esas líneas complejas como para poner el cuerpo durante el tiempo que dura el espectáculo. Merecidos los ininterrumpidos aplausos del final.
La Conducta de los pájaros es una obra que mira directo a los ojos. Toca cuanto tema sea polémico y lo atraviesa sin ataduras morales o fórmulas acabadas. Por el contrario, abre constantemente signos de interrogación.
Una obra acerca del ser humano en su búsqueda de un mundo más justo e igual. Quizás, su costado más tierno.
Se hace tarde a la salida. Con T nos vamos rumbo a Angelito a cenar y, mientras atravesamos la ciudad – medio despierta, medio dormida - vamos saliendo lentamente del estado de asombro, desgajando con entusiasmo los tantos temas por los que esta enorme obra transita.
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FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Autoría: Norman Briski, Vicente Muleiro
Traducción: Carlos Kaspar, Sofia Wilhelmi
Actúan: Theo Machado Wald, Federico Rodríguez Moreno, Juan Washington Felice Astorga, Eliana Wassermann
Voz en Off: Sofia Wilhelmi
Vestuario: Giselle Grieco Pesce
Diseño de escenografía: Alberto Bosio, Norman Briski
Diseño de luces: Norman Briski
Realización de escenografia: Guillermo Bechthold
Música original: Fito Paez
Técnico de grabación: Marcelo Pañale, Marcelo Pérez
Operación de luces: Theo Machado Wald
Seguidorista: Carlos Martin Naso
Operación de sonido: Theo Machado Wald
Fotografía: Gonzalo Cano, Emmanuel Melgarejo, Lulet Noseda Dombrecht
Asistencia de iluminación: Carlos Martin Naso, Andrea Saganías
Asistencia de dirección: Sebas Llamas, Micaela Minervino
Asistencia De Escenas: Helena Pérez
Prensa: Carolina Alfonso
Dirección: Norman Briski