Salimos del teatro Moscú con G y en mi cabeza resuena, además de un sinfín de pájaros aleteando y cantando, aquella canción de Peteco Carabajal que dice:
“No hay quien cante en esta tierra
Como los pájaros cantan
Son libres de darse al viento
Son libres de la palabra
Ser uno más en el aire es lo que al hombre le espanta”
La asociación de la imagen del ave, con el inmenso y huidizo concepto de la libertad, data desde tiempos arcaicos. Probablemente, haya estado presente en todas las sociedades y en todas las épocas. Dicha metáfora, arquetípica, se sostiene en el hecho de que el pájaro es capaz de darse al viento. De desplazarse por sus propios medios en la inmensidad de un cielo ilimitado. Asimismo, las aves han recibido uno de los dones más anhelados por la humanidad en su conjunto: el canto.
La Captura de las Aves Silvestres es una búsqueda de estas virtudes. Una investigación profunda que convoca a un viaje por un universo que nos es siempre esquivo: el vasto e inabarcable mundo de las aves. Una adoración sentida y sincera que apuesta y juega en el borde, en la frontera del mundo humano y el mundo pájaro.
Elucubrada por el grupo Basamenta y dirigida por Ingacio Torres, tiene como premisas la poesía y la experimentación. Una obra que lejos de dar sentidos cerrados, abre posibilidades, preguntas, juega, toma riesgo y convoca al público a buscar su propia mirada.
Con G discutimos ¿Qué lleva y ha llevado a la humanidad a aquella tendencia a capturar a las aves silvestres? ¿De dónde surge el deseo de apropiarse de las aves? ¿Qué operación psíquica debe hacerse para asimilar que se enjaula a un ser creado para volar y cantar en las alturas?
Ensayamos algunas líneas posibles.
En primer lugar, aparece la premisa freudiana de que uno, inconscientemente, muchas veces reproduce activamente lo que sufre pasivamente. Por este mecanismo, la humanidad, presa de si misma por las palabras, los relojes, el dinero, las rejas, los muros, las fronteras, opta por condenar a los demás seres a lo mismo. Quizás pudimos haber sido pájaros y esa libertad nos lastima. Siempre la libertad del otro interpela la falta de la propia.
Otra posibilidad, más sencilla, es atribuir esta conducta a la perversidad o la envidia a las personas que capturan, enjaulan, domestican, venden o compran lo silvestre. Sin embargo, en muchos casos – como el de mi abuela - estos desarrollan un amor auténtico y una inmensa vocación de cuidado hacia el ave enjaulada. Como cantó alguna vez el gran Alberto Cortez “Lo que amamos lo consideramos nuestra propiedad”. No solo los perversos poseen aves, aunque si haya perversidad en la captura y la poseción.
Por último, estas conductas pueden adjudicarse a la fuerza indetenible de nuestra propia pulsión de muerte. El humano se extingue a sí mismo, extinguiendo a los demás.
La Captura de las Aves silvestres es una obra en donde los actores se convierten en pájaros. Donde el canto y el aleteo pugnan por despertar algo dormido. Una grieta en nuestros muros hechos de palabras.
¡Hasta la próxima!
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FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Idea: Grupo Basamenta
Actúan: Natali Cabovianco, Matías Corradino, Florencia González, Pilar Boyle, Fernando Morales
Vestuario: Maricel Aguirre
Diseño de escenografía: Jose Mehrez, Leandro Sartoretti
Diseño de luces: Leandro Crocco
Realización de escenografia: Leandro Sartoretti
Redes Sociales: Pablo Lancone
Video: Gastón Bejas
Fotografía Gastón Bejas
Diseño gráfico: Gastón Bejas
Entrenamiento corporal: Pablo Castronovo
Entrenamiento vocal: LILI Rossi
Asistencia de dirección: Flora Gonzalez, Tomas Torres Oviedo
Producción: Mariana Armelin
Dirección: Ignacio Torres