Flora Proverbio nació en Buenos Aires allá por los maravillosos años 70. Es divulgadora y activista de la Longevidad Positiva. o como a ella le gusta llamarse "experta en la vida post 50", y así es. Trabaja por un cambio social y cultural para que podamos vivir con plenitud nuestras vidas cada vez más largas. Estudió publicidad en Estados Unidos, país donde además trabajó para distintas agencias en Miami y Nueva York. Como consultora colabora con empresas, organizaciones y personas que emprenden con el fin de entender y satisfacer las necesidades de las personas 50+; creando marcas, productos , servicios y comunicaciones. Dirige el Área Académica de Economía Plateada de la Universidad del Cema y es docente de Economía de la Longevidad en la Universidad ISalud. Lidera Plateadas, comunidad de mujeres 50+ que invita a rebelarse con alegría y desparpajo contra ideas edadistas que nos (auto)limitan. Sobreviviente de un hecho de violencia sexual en su juventud, el deseo y el placer femeninos son asuntos sobre los que viene reflexionando, de manera recurrente, a lo largo de su vida adulta.
De esta forma Flora nos propone un texto acerca de : Inteligencia sexual: La clave para disfrutar el sexo toda la vida
La sexualidad es una dimensión importante para una longevidad positiva. Que nuestro erotismo no caduque requiere cambiar el relato sobre la sexualidad en la madurez y vejez. Dejar atrás ideas patologizantes que se proyectan sobre la menopausia, andropausia y el climaterio, implica una decisión: abrazar con una mirada realista, amorosa y actitud positiva (¿por qué no?) el paso del tiempo. Ese tiempo que impacta en nuestro cuerpo, el terreno en el que la sexualidad se materializa.
En todas las personas las constantes anatómicas se modifican con el tiempo. Sin embargo, los expertos explican que a pesar de los cambios, el deseo se suele mantener. Si bien la lubricación y la capacidad eréctil o intensidad del orgasmo se modifican, la piel no deja de sentir, el cerebro no pierde la capacidad de fantasear y en las mujeres el clítoris, órgano responsable del placer, no deja de funcionar.
Entonces, ¿Cambia nuestro cuerpo? Sí. ¿Cambia su respuesta? Por supuesto. ¿Cambia nuestro erotismo? No necesariamente. Para seguir teniendo una vida sexual satisfactoria, lo más importante es decidir tenerla. ¿Cómo? Echando mano de la inteligencia sexual: desarrollando recursos para seguir gozando, si eso es algo importante para nosotros.
Así como se habla tanto de la inteligencia emocional o la artificial. Me gusta pensar que incorporar los cambios físicos y emocionales que vamos experimentando e integrarlos a nuestro favor, parándose en lo que sí podemos sexualmente , da cuenta de nuestra inteligencia sexual. ¡Una habilidad que definitivamente es bueno, y muy placentero, cultivar!
Esta etapa, puede ser la oportunidad de reconvertir el erotismo en uno no centrado en la penetración; uno que privilegia el contacto, la piel, los besos, los matices de estimulación vulvar o peneana con la boca, las manos y juguetes; uno en donde el órgano sexual que se estimula es el más importante de todos: el cerebro. En cuanto a lo emocional, tratar de elaborar los cambios y cuidar la autoestima con conciencia y tenacidad, es una buena idea. En ese sentido, el autoerotismo siempre es una práctica positiva, que nos mantiene conectados con nuestro cuerpo y con lo que nos erotiza. Las fantasías y las sensaciones siempre aportan bienestar físico y emocional.
El ejercicio de la sexualidad no puede escapar de las posibilidades o limitaciones que impone nuestro cuerpo. Los años nos dan dos herramientas maravillosas: la experiencia y el autoconocimiento. A medida
que vivimos vamos conociendo nuestras preferencias. Podemos discernir qué nos enciende, que nos excita, qué nos da placer y qué no. Solos o acompañados, nuestro repertorio crece y nuestra capacidad de expresión también. ¿No es eso estimulante?
No quiero romantizar los desafíos que nos impone el paso del tiempo. Sí invitarnos, a nombrar los cambios, ponerle un poco de humor a las situaciones nuevas, no dejar de experimentar y sobre todo a tener una mirada benévola sobre nuestros cuerpos. Agradecer que nos trajeron hasta aquí y que toda la vida serán capaces de sentir y gozar.
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