No hay por qué escoger: en Asturias, al menos, no es necesario. Aquí el mar y la montaña se besan, las ciudades tienen a su vera aldeas, y patrimonio y medio ambiente van siempre de la mano. Así que en esta propuesta, que abarca gran parte de este “paraíso natural”, la cultura se descubre caminando, recorriendo espacios en los que aún se siente el esfuerzo humano para sacar provecho de esta tierra rica en carbón, hierro y agua. Porque si algo caracteriza este territorio es la amplitud y profundidad de la actividad minera, que desencadenó una espiral de actividad en la que la metalurgia o la producción eléctrica también alcanzaron cotas notables. Lo que fueron trincheras ferroviarias hoy son amenas vías verdes y, en conjunto, la visión privilegiada que se compone es el patrimonio industrial, reflejo y forja de una comunidad.
Nuestro occidente siempre seduce: tan auténtico como aún -para muchos- desconocido, de ahí que le hagamos casi protagonista en estas líneas dirigidas a quienes buscáis esos secretos mejor guardados.
La Ruta del Ferrocarril en San Tirso de Abres
En la costura que nos une con Galicia, la ruta del ferrocarril en San Tirso de Abres (P.R.-300) es un hilván imprescindible, huella sobre el territorio de la extracción de hierro, y de su conducción en vagones desde Villaodriz a Ribadeo. La vía verde discurre entre la capital del concejo y el arroyo O Cairo, que podremos cruzar para alcanzar (ya en términos de Lugo) Pontenova, donde se yerguen los antiguos hornos de calcinación del mineral (aquí ya pisamos asfalto).
En sus casi 6 km de recorrido en Asturias, a orillas del Eo, descubrimos antiguas construcciones (estación, central eléctrica, almacenes de carbón), túneles y una frondosa vegetación. Asequible e idónea para disfrutar en bici y en familia.
Ruta Teixo-Os Texois en Taramundi
La cuna del turismo rural español: Taramundi, piedra y agua, es hoy una cita imprescindible para quienes buscan el encanto de lo primitivo: la protoindustria, una joya etnológica en la que mazos, fraguas y batanes son los abalorios, y los ríos, su engarce.
El conjunto etnográfico de Os Teixois seduce a cuantos lo visitan por la magia propia de una aldea conservada de manera excepcional, en la que se reúnen todos estos elementos, que aquí adquieren la categoría de Bien de Interés Cultural (BIC). La ruta circular que os proponemos, que parte y regresa a O Teixo (P.R.-102.1) es una excelente manera de conocerla, junto con su entorno: el arroyo As Mestas, los bosques de castaño, y los caseríos como Santa Mariña, que forman parte de un recorrido de dificultad media (hay un desnivel notable), de unos 10 kilómetros, en el que la visita al complejo hidráulico es imprescindible.
San Martín de Oscos y la mina Carmina
Antigua tierra de monasterios, en el confín de Asturias, la comarca de Los Oscos se vio alcanzada por la industrialización y de sus entrañas se sacaron minerales como el hierro, que explican unos cuantos nombres (como Ferreirela de Baxo, con la casa natal del Marqués de Sargadelos, cuya visita recomendamos).
Hay varias opciones para recorrerla pero optamos por la más transitada: la que parte de San Martín de Oscos, atraviesa el río de igual nombre, asciende por la falda del monte Marón y, entre bosques frondosos, llega a Villarín de Trasmonte, para desde ahí conducirnos, mediante una pista, hasta la Mina Carmina; otro camino que viene de Ferreira, a través de As Talladas, se cruza aquí y en ambos casos el destino es la antigua explotación minera. El plomo y el zinc se beneficiaron en el siglo XX, y desde 1962 quedó en el abandono: el lugar es solitario y permite imaginar la difícil tarea de aquellos hombres, pudiendo recorrer algunas galerías iluminadas y apreciar la antigua escombrera, cuadra, forja, tolva…como sombras del pasado.
Somiedo, la Central de La Malva y la ruta de Castro
En los albores del siglo XX, Somiedo era aún un territorio fascinante, en el que teitos y ganado se acurrucaban entre las montañas de lo que hoy es un Parque Natural.
Sin duda revistió el carácter de hazaña la construcción allí de un salto forzado de agua, con su azud en los lagos, para alimentar la imponente Central de La Malva: 105 años convirtiendo el agua en luz. Esta fortaleza pétrea sigue operativa y dispone de una zona musealizada que puede visitarse bajo reserva. Inmediata a esta airosa construcción, ante su fachada, hay una pequeña área recreativa (fuente, mesas y bancos, aparcamiento) de la que parte la ruta de Castro (P.R. -13), que os invitamos a recorrer. De escasa dificultad y unos 4 kilómetros, permite disfrutar de la naturaleza, variada y magnífica, con la cueva de La Malva y el área forestal circundante: desde escobas hasta encinas, de avellanos a praderas… En definitiva, un gozo para cualquiera.
Los tesoros de Grandas de Salime y su ruta hasta Villarpedre
Grandas de Salime atesora recursos magníficos: el Chao Samartín, todo un referente arqueológico, un Museo Etnográfico donde constatar el valor de la tradición, y el espectacular conjunto del embalse y central hidroeléctrica, que marcaron su incorporación al mundo industrial.
Podría calificarse como obra de titanes, pero el grandioso resultado es suma del penoso empeño de un enjambre de personas que transformaron para siempre ese lugar, donde la ingeniería multiplica el valor del paisaje. La central, en servicio, puede visitarse bajo reserva y la majestuosa presa (más de 120 metros de altura) se domina desde el paso superior o los miradores que empequeñecen al visitante. Desde allí parte una ruta hasta Villarpedre, zona vinícola, con el encanto añadido de hacer una parte del recorrido en lancha (consultar horarios), desde el embarcadero de Pénjamo: un viaje en el tiempo apto para todos los públicos.
La mina Texeo en Riosa
En el corazón de Asturias, en la falda que se afanan por ascender los ciclistas camino del Olimpo de L'Angliru, podemos descubrir la huella de la minería metálica en el complejo de Texeo (Riosa). A las primitivas galerías prehistóricas se superponen las modernas labores que permitieron la extracción del cobre: el recorrido merece la pena, unos 8 kilómetros con un desnivel de casi 600 metros, apropiados para los que disfrutan del senderismo y la montaña. Partiendo de Llamo, donde se encuentra el aparcamiento, iniciamos la ruta hacia Rioseco (poblado del siglo XIX rehabilitado parcialmente, con su área recreativa y paneles explicativos) desde donde ascenderemos, a través de la antigua planta de tratamiento, hacia el socavón (acceso inferior al grupo minero). Contemplaremos también los vestigios del cable aéreo y, por encima, las antiguas minas neolíticas, en las que la prudencia aconseja no adentrarse.
El impresionante patrimonio industrial del Valle de Turón
Sin duda Asturias se identifica con el carbón, y quienes acuden a conocernos siempre buscan una lámpara que les ilumine en ese oscuro mundo que a punto está de desaparecer. Una excelente aproximación a ese paisaje y actividad la encontramos en la vía verde del valle de Turón: avanza desde el apartadero de Reicastro hasta la Güeria d’Urbiés y en sus más de 10 kilómetros de recorrido, va enlazando antiguas instalaciones de producción, algunas gozan de un buen estado de conservación y otras son visitables. El paisaje minero se impone con su sorprendente aglomeración de núcleos que casi conforman ciudades lineales, pero también aldeas hoy vacías, entre bosques de castaño y roble, con las escombreras arrimadas al río que da nombre al valle.
Su escasa dificultad facilita a quienes pasean o pedalean el descubrimiento, sucesivamente, de los pozos San Inocencio, San Vicente, San José y Santa Bárbara, mientras se internan en un territorio histórico. Existe la opción de reservar una visita guiada, que parte del socavón de La Rebaldana (década de 1890), pasa por el pozu Espinos, con su peculiar torre de extracción, y culmina en el espectacular polvorín de Fortuna: una manera única de trascender el territorio del carbón.
El infinito encanto de la Senda Norte que nos lleva a Llumeres
Y por último, os llevamos a orillas del Cantábrico, a las estribaciones de Peñes: todo un faro para asturianos y foráneos. Acantilados y praderas que se asoman al mar, y se recorren siguiendo “Senda Norte”.
Nos atrae sobremanera el tramo que, desde Lluanco/Luanco (donde el Museo Marítimo de Asturias, decano de los asturianos, posee una colección valiosa que nos habla de la importantísima carpintería de ribera), asciende y declina hacia Moniello, prosigue por Bañugues, atraviesa El Monte y alcanza la ensenada de Llumeres: en este enclave, sobre la misma playa, encontramos la explotación más longeva de nuestra historia. Hierro y salitre unidos, más de medio siglo de abandono, y unas instalaciones que, aunque protegidas como Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias, son un pálido reflejo de lo que fueron. El descenso desde el área recreativa hacia el embarcadero, fotogénico como pocos, nos hará apreciar los restos de lo que fueron vestuarios, almacén, talleres, bocaminas, etc., mientras que los paneles explicativos ayudarán a comprenderlo mejor.
Texto: María Fernanda Fernández Gutiérrez