GOURMET

SAN TELMO. ESPAÑOLES E INGLESES, FRANCESES Y AUSTRALIANOS

Cuatro y media de la tarde, Saavedra y Moreno deciden juntarse ahí, en la entrada que da a Estados Unidos y no era casual. A diez cuadras la plaza se colmaba frente al Cabildo, algo estaba cambiando…y dentro del Mercado también.


por Ariel Iturbide.

Pasillos adentro y escarapela en pecho…el Mercado de San Telmo llena los platos de locros, pasteles, empanadas…y no tanto.

Los pingüinos alimentan vasos de tinto sin fondo y las mesas se codean entre olores que no son a patria…cerca de Bolívar nueve setenta, ya dentro del distintivo galpón,  unas lentejas me llaman la atención, “mujjadra” decía el cartel. Comida del Líbano. Será que toda la gastronomía internacional nos vitorea por la corrida de Cisneros…pensé.

¡Tocá José, tocá que queremos cantar, y saltar y bailar, que empiece la fiesta que suene el tambor que en todas las cosas brille su color!...rezaba el candombe del 25, y acá adentro sobra el color y el sabor.

Uno va pasando de ritmo en ritmo, de aroma en aroma…no hay un orden o sentido que me guie hasta el locro o las empanadas. Así como nuestro país florido de culturas y símbolos, el Mercado de San Telmo banquetea entre el norte argentino y el Downunder australiano, pasando por platos libaneses y la vera pasta italiana. Reducto multicolor de costumbres y nacionalidades aun hoy resume en su piso de cemento alisado las pisadas de polacas, españoles, brasileros y yankees, parejas suecas y loners británicos. La historia no importa si tenemos hambre, siempre habrá un tercer tiempo para festejar y hermanarnos en un trago.

Se abre un hueco entre la señora que comía un falafel y el flaco que se limpiaba las migas del pastelito de membrillo de su abrigo y ahí al fondo…la veo, mi porción de locro.

Esquivo un poncho y un perrito de señora coqueta, paso por la carnicería del Mercado y ya estoy. Ya estoy perdido…no era acá. En mi mini periplo de búsqueda patria, casi me tiento con las pastas. No!, me dije…no puede estar lejos.



Al cruzar una casa de muñecas antiguas veo un barril, de esos donde descansa el vino, a modo de barrita con taburetes…y para deleite de mi búsqueda, unas copas listas me miraban como diciendo, veni que te hacemos compañía!...y me hicieron. La esquinita interna se llama Tierra mendocina, y es el único bar de copas que nos permite tomar aliento en nuestra búsqueda maya.

Atento a mis ansias, y en pos de la revolución coqueteo con EL Gran Enemigo Cabernet Franc, de esos que me gustan y que me enseñaron a disfrutar.

Las bayonetas me acompañaban y me rozaban entre etiquetas de Carinae, Lamadrid, Primogénito y Henry Nro. 1…pero yo me había ensañado con mi Gran Enemigo CF. Me había prometido sacarle hasta la última sangre. Dos sorbos más y la copa se ofrecía con fondo vacío y abierto y paredes llenas de lágrimas, la batalla era mía, casi grito viva la patria!...entonado con las uvas enemigas.

Ahora sí, coloreadas mis energías y a mi vez más relajado, desando los laberintos para dar con mi santo grial…locro.

El 25 el Mercado de San Telmo nos muestra una cara no tan brava de la historia, una cara matizada por la tolerancia entre naciones y el constante invitar a probar. Hoy este insigne galpón variopinto nos pasea entre platos y sabores que ya no pelean ni se revolucionan, sino que se comparten.

Salud pues, y viva la patria!

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