La frase “volver a casa, cuesta” nunca fue tan real como en este año. La remarco siempre porque los hechos que sucedieron con quienes estuvieron varados en el mundo y en el país, pasaron del entusiasmo de las anheladas y merecidas vacaciones, a la desesperación, como en un cuento vívido de suspenso y terror.

Como Agente de Viajes, todavía recuerdo con claridad el momento en que se decretó la pandemia y nosotros teníamos, muy en el fondo, la esperanza de que se solucione pronto para volver a las rutas.

Recuerdo que ese jueves 12 de marzo estaban saliendo unos amigos de viaje con destino a Punta Cana. Aún teniendo la información, decidieron de igual manera continuar con todo y subir a aquel avión, lo que no sabían era lo difícil que sería regresar a casa!

Tres días después, recibí su llamado solicitando ayuda para regresar a nuestro país, porque todo había explotado en Centro América.

Esa semana donde el mundo colapsaba y el cielo era la única solución para volver a casa, nos dimos cuenta de la cantidad de argentinos que quedaron varados en el mundo.

Luego de un incansable trabajo, trajimos desde Punta Cana a los amigos y a sus familiares hasta Ezeiza. Nos costó días de incertidumbre sin descanso lograr ubicarlos en un avión. Al fin todos volvieron,  aunque en vuelos separados, donde no había servicio de azafata, con niños llorando de hambre mientras preguntaban por qué se habían terminado las amadas vacaciones. ¿Te imaginas llegar a destino y tener que volver a los tres días, angustiado por la situación, sin poder reprogramar tu vuelo; teniendo que mover cielo, tierra y contactos para poder subir a un avión?.

Lo conseguimos. En tiempo récord. Pero la odisea no termina ahí, ya que pisando suelo argentino, debían regresar a su domicilio. Sin vuelos internos ni micros de larga distancia, volvía otra vez la angustia e incertidumbre. Sin servicio hotelero disponible, logramos ubicarlos en el departamento de un conocido a quien, por la situación de emergencia, lo denunciaron por alojar turistas en el edificio. Era un problema tras otro… una historia de nunca acabar. Como consecuencia, la policía cercaba el edificio, el personal de higiene subía por el ascensor –cual astronautas- para realizar el hisopado, querían separar a la madre de los chicos porque, ante tanta angustia, ella estaba afónica. Esto no necesariamente era síntoma del virus, pero en esos momentos nada estaba claro. Luego, una lucha legal que gracias a Dios terminó en un testeo negativo y con la familia volviendo completa al día siguiente en un vuelo chárter.

Y así se repitió la historia con los argentinos varados en otras provincias del país. De nuevo rutas cerradas, permisos que demoraron eternidades en ser aprobados, boletos impagables, y hasta algunas estafas. Llenar formularios poniendo los datos del vehículo que te llevará, presentarlo ante las autoridades, y luego darte con la noticia de que el vehículo no saldrá en la fecha pautada, y te quedabas con el permiso vigente solo por 2 días. Entonces debías salir a buscar un nuevo compañero de viaje para amortizar el nuevo valor, y repetir todo el proceso. Todo esto con tal de volver a casa.

En nuestra Agencia, tuvimos la dicha de poder ayudar a otros a regresar a casa, y ponernos a disposición de quienes necesitaban una mano, ya que algunos no tenía respuesta de sus prestadores, que lamentablemente ante la incertidumbre global no pudieron dar solución a sus pasajeros.

Toda esta situación llevó a la aparición de grupos en las redes sociales donde se conectaban argentinos alrededor del mundo y el país y así poder darse ánimos, buscar medios y compañeros de viaje para poder amortizar gastos y volver a su hogar.

Vuelos de emergencia, aeropuertos colapsados, cupos llenos, rutas terrestres cerradas, estafas, angustia, incertidumbre. Situaciones que indudablemente quedarán en nuestra memoria de un 2020 que definitivamente nos marcará como personas y reinventará como Agencias de Viajes.