ENTREVISTAS

Turismo como política de Estado: el desafío de salir del modo campaña

En las últimas décadas, el turismo ha demostrado ser mucho más que una industria del entretenimiento. Representa casi el 10% del PBI mundial, genera uno de cada diez empleos a nivel global y es una herramienta concreta para el desarrollo regional, la integración territorial y la generación de divisas. En algunos paises ocupa mas del 10% del PBI y se espera que en los próximos diez años sea el mayor empleador global.

Argentina, con su diversidad natural, cultural y geográfica, tiene un potencial turístico indiscutible. Sin embargo, ese potencial no se ha traducido en una política de Estado sostenida y seria, con planificación interjurisdiccional, inversión coherente y continuidad institucional. Esto no es de este gobierno sino de los ultimos 40 años, donde se confunde a la política turística con la promoción turística.

En lugar de eso, lo que se observa con frecuencia es una lógica de acciones puntuales, campañas estacionales o medidas de estímulo que, si bien pueden ser efectivas en el corto plazo —como ocurrió con el programa PreViaje— no logran consolidar una estructura de crecimiento sostenible a largo plazo.

Pensar el turismo como política de Estado implica salir del “modo campaña” y asumirlo como una herramienta estratégica de desarrollo económico, social y territorial.

Eso requiere:
- Una visión federal, articulada entre Nación, provincias y municipios.
- Inversión en infraestructura, conectividad y servicios esenciales.
- Profesionalización del capital humano turístico.
- Promoción inteligente y segmentada.
- Y, sobre todo, estabilidad y previsibilidad.

Hoy, muchos destinos crecen a pesar de la falta de planificación, gracias al empuje de los prestadores, las comunidades locales o fenómenos virales en redes sociales. Pero ese crecimiento desordenado también genera tensiones: presión sobre servicios, impactos ambientales, concentración de la oferta y deterioro de la experiencia turística.

Como especialista en el tema —y como alguien que ha acompañado procesos de planificación turística en distintas escalas— veo con claridad que el turismo puede ser parte de la solución a muchos de los problemas estructurales del país, pero solo si se lo integra en una agenda pública con visión de largo plazo.

No se trata de gastar más, sino de invertir mejor. De pasar de la promoción al desarrollo. De dejar de improvisar y empezar a construir.

El turismo argentino no necesita discursos grandilocuentes. Necesita decisiones estructurales, inversión inteligente y continuidad política. Solo así podrá dejar de ser un “potencial” para convertirse en un verdadero motor del desarrollo nacional.

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