Algunos creen erróneamente que es la capital de Australia. Pero no es así dado que la capital es Canberra, situada a casi trescientos kilómetros de Sydney. Esta última ciudad del sureste australiano pertenece al estado de Nueva Gales del Sur y ofrece al viajero más de setenta playas de belleza inigualable.
Con sus cuatro millones de habitantes, su ópera deslumbrante y otros muchos atractivos, Sydney es la estrella más brillante de un país lleno de encanto y misterio.
Los australianos hacen casi todo en la playa. Allí pasan las vacaciones, sobre las arenas blancas juegan y conversan, en las aguas transparentes nadan y surfean, celebran fiestas sagradas, se relajan, cantan y hasta bailan. También es posible bucear y pasear en yate, algo verdaderamente fascinante.
En sus más de setenta playas Sydney no es excepción. El surf es un deporte que cuenta con muchos fanáticos. Las playas más populares y adecuadas para practicar este fabuloso deporte son Bondi –en la zona este- y Manly, ubicada al norte. Entre diciembre y marzo se forman olas muy grandes, próximas a la costa. Eso se debe a la incidencia de los ciclones en el Pacífico.
Para esa época, además, las condiciones climáticas son ideales: la temperatura del agua no baja de los veintidós grados promedio. En cualquiera de las playas se pueden tomar lecciones de surf a cargo de expertos que se ocupan de brindar la tabla y el equipo necesario.
En Bondy, por caso, se encuentra la escuela Lest go surfing cuya tarifa oscila entre 79 a 350 dólares. Y en ManLy funciona la reconocida Manly Surf School que cuenta con clases para principiantes y avanzados. Pero Sydney no empieza ni termina en el mar. Hay mucho para ver y recorrer. Es célebre e imperdible la modernísima ópera, por ejemplo, ubicada en el distrito central de negocios. Se la conoce como Sydney Opera House y se destaca por sus techos parecidos a las velas hinchadas al viento.
El diseño tan original (famoso en todo el mundo) se debe al talento del danés Jorn Utzon, quien confesó haberse inspirado en la forma de los gajos de la naranja para diseñar la parte superior del teatro. La ópera fue inaugurada en 1973 por la reina Isabel II. Actualmente estña integrada por las compañías de ópera, teatro, ballet y la orquesta sinfónica de Sydney, reconocida entre las mejores. El establecimiento (es bueno saberlo) cuenta con cuatro salas de teatro, un cine muy amplio, una sala de exposiciones y dos restaurantes.
Quien visite Sydney no debe dejar de conocer el famoso Sydney harbour bridge, un enorme puente situado sobre la bahía en cuyas costas se levanta la ciudad de cuatro millones de habitantes. Tiene mil metros de largo y más de cien de altura. Su envergadura alcanza los quinientos metros. El puente incluye un paseo peatonal, una senda para bicicletas, dos vías de tren y ocho carriles para automóviles. Este puente gigantesco, que se terminó de construir en 1932 con una clásica estructura de arco, conecta el centro financiero con la costa norte de la urbe. Desde su cima se obtiene una fantástica panorámica. Para llegar hasta ese punto es necesario subir unos cuantos escalones o bien trepar por pasarelas. El peaje para autos cuesta unos tres dólares. La travesía a la cima cuesta (en temporada alta y para adultos) entre 192 a 257 dólares. No es barato pero la expedición resultará inolvidable para quien se atreva.
PARAÍSO DEL KOALA
No hay turista que viaje a Australia que no quiera conocer el koala, palabra que en uno de los tantos dialectos del país significa, curiosamente, no bebas. En el Zoo de Sydney pueden verse muchas variedades de koalas. El promedio de ellos (una especie de ositos) mide entre 61 y 85 centímetros y pesa entre cuatro y catorce kilos. Los koalas son solitarios, tienen pelaje suave –entre marrón y gris plateado- y sus manitas están provistas de garras afiladas. Los koalas viven en árboles y realizan la mayoría de sus actividades por la noche. No están cómodos en el suelo, donde por lo general gatean. Para ahorrar energía duermen un mínimo de 18 horas y se alimentan casi exclusivamente de hojas, corteza y frutos de eucalipto. Obviamente también es posible disfrutar de los célebres canguros –el animal más representativo del continente australiano- en el Zoo. Existen allí tres especies: rojo, gris oriental y gris occidental; el más grande llega a pesar 85 kilos. Posee grandes y poderosas patas traseras, grandes pies diseñados para saltar, larga cola y musulosa para mantener el equilibrio y cabeza más bien pequeña. La palabra canguro deriva de gangurru, que antiguamente se refería al canguro gris. La falsa leyenda dice que ese nombre surgió al preguntar los occidentales el nombre del animal y ser “gangurru” la respuesta recibida de los aborígenes. El significado no sería el nombre del animal sino, simplemente, “no entiendo su pregunta”.
BUCEO Y YATES
Otra práctica muy aconsejable para realizar en Sydney. Se puede realizar directamente desde la costa, en arrecifes, costa afuera, o desde embarcaciones. El buceo permite observar hermosas especies vegetales y animales que se mueven bajo la superficie, pero también los restos de naufragios ocurridos en la antigüedad. Hay sitios con paredes de hasta treinta metros de profundidad donde la visibilidad sigue siendo excelente. Es factible, en el camino, toparse con tiburones de distintos tamaños cuyas variedades muy raramente atacan al hombre: más bien huyen de él. También hay pulpos, mantarayas, hipocampos (o caballitos de mar) así como cardúmenes de peces muy coloridos y de formas singulares.
Resultan especialmente hermosos los jardines de esponjas y grandes gorgonias. Para bucear en las proximidades costeras está Shelly beach y para embarcarse conviene trasladarse hasta Barrens hut, entre otros sitios recomendables.
El puerto de Sydney está repleto de mansiones y yates de todos los tamaños y diseños: barcos de pala, lujosos cruceros, etcétera. Ellos, junto con las altas y bellas palmeras, componen el escenario habitual de la bahía. La excursión náutica –que suele durar unas cinco horas con almuerzo a bordo- incluye el acercamiento a los principales puntos turísticos. Las salidas son diarias y se requiere un mínimo de dos pasajeros.
Se supone que Sydney se llama así en alusión al inglés Lord Sydney, quien gobernaba el lugar en el momento en que la ciudad fue fundada (1788). Cabe insistir en la cantidad y variedad de playas que, como se dijo, eran antiguamente lugares de veraneo para la población loca. Hoy son en su mayoría centros urbanos bien desarrollados y comunicados entre sí. Las playas más concurridas cuentan con bares y restoranes modernos y bien servidos, además de paseos peatonales; en todas ellas se promueven los deportes acuáticos y aún fiestas nocturnas. Las playas más desérticas y solitarias resultan ideales para los amantes de largas caminatas sobre arenas blancas, limpias y prácticamente infinitas.
DATOS ÚTILES
CÓMO LLEGAR
En avión. Los pasajeros arriban al aeropuerto Kingsford Smith, desde donde se viaja al centro en bus. La duración del viaje desde Buenos Aires a Sydney es de aproximadamente 16 horas. La empresa Qantas tiene una frecuencia de tres vuelos semanales hacia ese destino. El costo del pasaje ida y vuelta ronda los 2.400 dólares para los viajeros adultos. Más información en www.qantasargentina.com
DÓNDE ALOJARSE
Una opción es el Sydney Harbour Marrito Hotel , cercano al barrio histórico The rock. Cuenta con servicio de alquiler de autos y piscina cubierta. Las tarifas en temporada alta van desde 253 a 358 dólares la noche. También es recomendable el Glenferrie Lodge situado en el suburbio de Kirribilli. Tiene habitaciones con vista al puerto. Las tarifas en temprada alta van desde cuarenta a doscientos dólares la noche. Sobre ambos hoteles más información en www.marriot.com
Y www.glenferrielodge.com
CÓMO MOVERSE
En bus. Muchos de ellos tienen parada en la estación Circular Quay. Se puede optar por los comunes o los especialmente diseñados para paseos turísticos. Estos últimos son denominados Sydney Explorer y circulan próximos a veintisiete lugares atractivos. Algunos de éstos son: la ópera, el barrio chino, los museos, el impactante acuario, etcétera. Si se elige un ómnibus común pueden conocerse los suburbios. También en ferry. Las unidades parten desde el muelle Circular Quay. Viajar en ellas es la manera más linda de llegar a la playa Manly y sin duda el modo más original de arribar al zoológico. Hay transbordadores pequeños, con capacidad para cien personas y otros mayores en los que entran mil. Se puede viajar en cubierta desde donde se observa el maravilloso puerto de Sydney. Las tarifas para un pasaje de ida y vuelta van desde los cuatro a los siete dólares.
DÓNDE COMER
El restorán Sydney Cover Oyster Bar está en la zona este del Circular Quay. Es especial para probar las famosas ostras de la región. Tiene espacio al aire libre. Permanece abierto los siete días de la semana para almuerzo y cena. Funciona también a la tarde para tomar algo.
Mezzaluna está a diez cuadras del puerto. Tiene terraza cubierta. Se especializa en comida italiana. Abre a la noche, de lunes a sábado y, al mediodía, únicamente los viernes. Botanic Gardens está situado en el jardín botánico y tiene vista a la vegetación de los alrededores. Ofrece comida típica australiana. Abre exclusivamente al mediodía.
QUÉ HACER
Además de los sitios mencionados en la nota conviene darse una vuelta por estos otros: el zoológico Taronga Park Zoo tiene gran variedad de animales. Posee especies exóticas. Los koalas son los que más llaman la atención de los visitantes. El paisaje es impresionante. Abierto todos los días de 10 a 17. La entrada cuesta 35 dólares los adultos y 17 dólares los menores. El acuario donde se observa la vida marina. Abierto de lunes a domingo de 9 a 22. La entrada cuesta 23 dólares los adultos y 12 dólares los menores. Para más información: http://www.sydneyaquarium.com.au/. El edificio Reina Victoria construido en 1890. Pertenece a la arquitectura romántica. Hoy es un centro de compras en donde se puede conseguir ropa de moda, joyas o presentes de máxima calidad.