Aunque muchas de sus marcas aún persistan, el tiempo del aislamiento va quedando atrás. ¿Cómo resignificar ese tiempo? ¿Cómo narrarlo? ¿Cómo llevarlo al escenario para así transformar, sublimar, convertir la energía enquistada, en arte expiatorio.
Las almas de una ciudad que se destacaba por la propuesta permanente y la infinidad de ámbitos culturales, quedaron, durante largos meses, sumergidas en una soledad inédita. Despojadas temporalmente del encuentro y del abrazo, tan característico de nuestra sociedad, vuelven, lentamente a habitar las infinitas usinas culturales que se encuentran hasta debajo de las baldosas de la Ciudad de Buenos Aires.
Luz Testigo viene precisamente a esto. A narrar el tiempo del encierro como experiencia trasversal a una infinidad de singularidades que de alguna forma se interconectan, que abren el abanico para que cualquiera se identifique con los personajes que habitan la obra.
Surgida de un concurso de dramaturgia organizado por el Espacio Callejón, los relatos que componen el espectáculo fueron seleccionados en mayo del 2020, cuando la luz al final del túnel no alcanzaba ni siquiera a asomar. Cinco narraciones que invitan a reconocerse en aquella soledad, en aquellos momentos de angustia e incertidumbre, para rehistorizar(se), para elaborar, para resignificar ese tiempo, pero ahora en retrospectiva, en una experiencia colectiva, y bajo el tamiz del arte dramático.
Hace algunos meses decíamos que llegaría el momento de mirar para atrás y reírnos de lo que pasó, de nosotros mismos y de lo que atravesamos. No pasó del todo aún, eso está claro. Y si algo hemos aprendido es a no dar nada por sentado. Pero el hecho de que podamos estar en un teatro, riendo y pensando juntos, no parece ser poca cosa, ¿eh?
En el desarrollo de la obra vemos sucederse las historias: Nélida (de Martina Artigas), Un cuento (de Tomás Afán Muñoz), Delta (de Agustín Meneses), Mientras miro la heladera (de Julián Marcove) y Cambios (de Ruben de la Torre). Los personajes desfilan y las luces cambian de lugar, la escenografía muta frente a nuestros ojos, la obra logra ser dinámica. Un romance que crece desde una ventana hacia la otra, niños macabros que luchan por sobrevivir, un hombre que se enfrenta a su propia demencia, un exnovio despechado en plena catarsis interrumpido por un amor que le es esquivo, un enamoramiento lleno de desencuentros entre los broches y la ropa tendida en la terraza de un edificio.
Confusión, neurosis, incertidumbre, miedo, ansiedad, soledad, tristeza, atraviesan a los personajes y pasan por el filtro del arte y de su enorme potencia sanadora.
Dramaturgias destacables. Actuaciones concisas y parejas que denotan un gran trabajo en equipo que se observa en la interesante dinámica de ser actores e iluminadores simultáneamente, y a la hora de traducir escénicamente la trasversalidad de las historias. La dirección es otra de las demostraciones de la capacidad y la visión de Javier Daulte, que parece siempre sorprender con nuevas creaciones y dispuesto a asumir nuevos riesgos.
La cita es todos los miércoles de octubre en el Espacio Callejón (Humahuaca 3759). Si querés ir a ver la obra, podés adquirir tus entradas en el siguiente link: http://publico.alternativateatral.com/localidades.asp?id=75040
¡Hasta la próxima!
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Autoría: Tomás Afán Muñoz, Marina Artigas, Rubén De La Torre, Julián Marcove, Agustín Meneses
Actúan: Ramiro Delgado, Luciana Grasso, Silvina Katz, Paula Manzone, Agustín Meneses, Marcelo Pozzi, William Prociuk, María Villar
Vestuario: Jose Escobar
Escenografía: Jose Escobar
Iluminación: Sebastián Francia
Asistencia: Agustín Meneses
Prensa: Duche&Zarate
Producción: Rubén De La Torre
Dirección: Javier Daulte
Duración: 85 minutos