Llegaron a nuestro país hace poco más de un año, revolucionaron el mercado aeronáutico y lograron estar en boca de muchos. Son cercanos, casi amigos, tanto de sus pasajeros como de sus potenciales clientes. Prometen ser divertidos… y lo cumplen.
Por Camila Benítez
FlyBondi tiene una característica muy particular: aunque su publicidad en la vía pública difícilmente pase desapercibida (por su brillante color amarillo), se esmeran en tener voz en las redes sociales, estrategia que les despejó el camino perfecto para llegar al público de una forma que no es habitual, teniendo en cuenta la seriedad que suelen manejar las compañías aéreas.
Su primer éxito fue la decisión de nombrar a su flota con ayuda de la gente. Así fue como cientos de personas compitieron para que sus mascotas le den identidad a cada Boeing 737-800 que componen a la misma. Aunque hasta el momento sólo fueron cinco los afortunados, se espera que para fines de este año lleguen nuevas aeronaves, dando lugar a más participantes.
Otra gran decisión fue crear los “#MartesDeAviones”, actividad que consiste en la difusión de imágenes reales enviadas por pasajeros que disfrutaron un vuelo, o personas que capturan a los gigantes amarillos desde la tierra. Este es un modo de mostrar cuántos los eligen, cuántos los tienen en cuenta, lo visibles que son y también invitar a ser parte de ello, ya que mencionan al autor de cada fotografía.
Pero es de los últimos tiempos que comenzaron a promocionarse de forma más creativa. Si se presta atención, es posible notar que al menos una vez al mes comparten una historia personal, emotiva o divertida de alguno de sus pasajeros. Tal es el caso de una mujer, quien a sus 106 años voló por primera vez y la tierna imagen de su rostro inundó las redes, logrando miles de “me gusta” más que en cualquier publicación habitual.
También está la anécdota de “Teddy” (un osito de peluche olvidado en un avión), quien, a la espera de un reencuentro con su pequeña dueña, se convirtió en un pasajero VIP. Recorrió muchos aeropuertos y destinos en manos de las tripulaciones, e incluso siguió con las instrucciones de seguridad, como la de llevar el cinturón puesto. Claro está que no faltaron unas cuantas fotos mostrando al público la divertida hazaña que no tardó en recibir comentarios positivos, destacando el gesto tan humano de cuidar un peluche. Si bien esta actitud puede resultar insignificante para algunas personas, para la niña y su familia fue importante, digno de reconocer y por supuesto un recuerdo que jamás olvidarán. Con esto conmovieron a la gente, de la cual, posiblemente, no falte quienes los elijan para volar con tal de vivir algo similar.
Estos fueron solo algunos ejemplos de esos sencillos trucos para llamar nuestra atención, cada uno respetando su particular insignia. No caben dudas de que continuarán innovando con sus estrategias, donde el público y los pasajeros son parte. Así es como los mantienen expectantes.
¿Con qué nos sorprenderán en el futuro?