En las entrañas del claustro, el equilibrio y la simpleza de su jardín se desbordaron de complejidad etílica de la Patagonia, música de las Europas y gente de acá…
por Ariel Iturbide
Las puertas de la Abadía me esperaban bajo una lluvia que en cockney me susurraba de amores (aunque no es cierto que en Inglaterra llueve todos los días) y mi humor en ascenso, y mis ganas de tomar fotografías, vinos y espumantes también.
…-Buenas noches, la Expo de Vinos de la Patagonia es por aquí?-…pregunto a Rubén, jefe de seguridad que luego me encontraría ya en los jardines interiores, -Si, sígame…lo acompaño, es justo donde voy-
El edificio asomó ante mí y de a poco me convida su vientre y pasillos. El olor a piedra húmeda se mezclaba con algún incienso y así yo descontaba escalones hasta el “jardín”. Encomillado porque ese es EL lugar. En mayúsculas porque para el ojo del observador esta colmado de simbología monástica, como los cipreses que en claro esfuerzo conectan el cielo/tierra. Todo es premeditadamente armonioso y pacifico…casi silencioso. Casi, porque adentro a carcajadas Dionisio me invitaba codo en barra con unos doscientos metros de stands plenos de brebajes de esos que muchos no pueden decir NO (al menos a la primera copa, como yo)
La Expo Vino de la Patagonia es un éxito y más de quince bodegas y chefs nos hacen felices por un rato, me acompañaron Del Fin del Mundo, Malma, Aicardi, Wapisa, Aniello…me sedujeron Patritti, Schroeder, Del Rio Elorza y otras más…hasta un gewurztraminer espumoso que me llenó la boca de agujitas suaves y rosadas…pero yo ya tenía mis agujitas, las de la lluvia. Y para que los celos no me la maltraten, me fui con ella puro en mano…copa al pecho y del tallo (con mimo), cámara en trípode. Disfrutando de varios placeres a la vez, mi lluvia y mi cámara, mi puro y mí copa. Ahí me quedé, entre toma y toma, confortablemente adormecido por el pimiento rojo, el chocolate y el roble que con amabilidad compartía espacio con el tabaco, ahí estaba…como oteando la puerta de entrada, esperando que alguna aparición me quite esta morriña.
…-Eh, flaco! Se te moja la cámara!-…grita una treintañera con más vino que oxígeno en sangre y la calmo con un…-no pasa nada, es como mi piloto ves? No se moja por dentro- la verdad no supe explicar las bondades del weahterseal de mi cámara y lo del piloto lo entendió, aunque la que estaba en piloto era ella…pero automático. Me pregunta si se dónde hay agua y la acompaño unos metros hasta el dispenser, sin descuidar mi cámara.
Sigo con Enclave Sur, Humberto Canale y Gerome Marteau. Videla Dorna y Del Limay. Mi consejo es: si desean saber más sobre estas exquisiteces no dejen de consultar a su sommelier de cabecera
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El esfuerzo patagónico hizo eco en la argamasa y cientos de almas respondieron con presencia y sin túnicas. Y como en la mayoría de estos eventos, las primeras rondas son afanosamente amistosas, pero las sucesivas pueden darte dolor de cabeza. No a mi…sino a alguna sommelier desprevenida que tiene que bancarse algún borrachín pesado que entrada la noche y envinada varias veces la copa pregunta con la lengua traba…-y eshhhhte caberné es todo tusho?-...La sommelier me miró como diciendo te lo querés llevar vos o le parto un botellazo? Mi respuesta no fue necesaria y por suerte la de ella tampoco, ahí estaba Rubén (jefe de seguridad) que de un gesto interpretó la situación y de la manera más amistosa que jamás vi en cinco segundos se fue charlando hacia el cartelito que decía “salida” con el susodicho. Nadie notó nada, todos seguimos tomando fotografías, algunos se tomaban de la mano y otros tomaban fresco a los besos con la misma lluvia que en cockney me hablaba.