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Escapadas: una inusual bandada de flamencos le pone color y atrae visitantes a un pueblo del noroeste bonaerense

Una bandada de cientos de flamencos rosados remontan vuelo a pasos de la costa. Podría ser una imagen de Colombia, Costa Rica o Belice, donde las aves locales son protagonistas. Pero sucede en el Parque Natural Laguna de Gómez, el mayor atractivo turístico de Junín, a 260 kilómetros de Buenos Aires.
En más de 120 hectáreas arboladas a la vera de la laguna funciona una vasta zona recreativa y de servicios que se prolonga hacia otras costas más agrestes y mayormente despobladas.
“La laguna de Gómez y sus alrededores son sin dudas un destino destacado para los observadores, con más de 250 especies de aves durante el año, incluyendo las que están de forma permanente (chingolo, carancho, chimango, gaviotas, garzas), las que migran en otoño-invierno (chorlo cabezón, agachona chica, monjita blanca, monjita coronada); y las que migran en primavera-verano como tijereta, corbatita, churrinche, playaritos, becasa de mar”, señala Claudio Spiga, guía local de fotofauna.
La laguna de Gómez es un destino clave para los amantes de esta actividad, siempre en busca de aves nuevas y ambientes diferentes.
Si bien los observadores recorren este tipo de reservorios naturales durante todo el año, la temporada alta es la primavera y el otoño, estaciones que coinciden con la migración de las aves, cuando el mayor número de especies pueden ser observadas.
“Algunas de estas especies vienen desde el polo norte (Canadá, Alaska) y van hacia Ushuaia e incluso hasta Malvinas. En su larga ruta migratoria paran en la laguna de Gómez a descansar y a alimentarse”, cuenta Spiga, apasionado por esta actividad que lleva adelante desde hace varios años.
Con suerte, se pueden ver becasa de mar, playerito unicolor, playerito rabadilla blanca, falaropo, batitú, entre tantas otras, e incluso el aguilucho langostero, que hace más de 10 mil kilómetros para alimentarse de langostas y tucuras en los campos de Junín y la zona.
“Todas estas especies cruzan de polo a polo cuando acá es primavera-verano, alejándose de temperaturas bajo cero. Cuando comienza el otoño migran otra vez hacia el polo norte y se reproducen”, agrega Spiga.
Estos últimos meses la laguna está atravesando una sequía histórica como todos los espejos de agua del país, incluso grandes ríos caudalosos. Pero a pesar de todo, tiene buen caudal de agua. “Lo que trajo la bajante fue más cantidad de aves playeras y el alejamiento momentáneo de algunas aves acuáticas. Por ejemplo, vino una colonia de más de mil flamencos que están estables hace unos cuantos meses, ya que el hecho de que haya bajado el agua un poco hace que encuentren una especie de camarón que es su alimento preferido”, explica.

La observación de aves es una de las actividades más tranquilas y relajantes que uno puede realizar al aire libre, aunque también puede convertirse en una verdadera obsesión para aquellos que se dedican a buscar rarezas, viajando largas distancias para encontrar especies distintas y así añadirlas a sus registros personales.
Quién se acerque a las inmediaciones de la laguna de Gómez se sorprenderá no sólo de la cantidad de especies que pueden avistarse en apenas unas horas, sino también por los observadores que llegan a acecharlas cada vez más, con sus binoculares y cámara de fotos, así como turistas que recorren la zona más agreste de la laguna (alejada del área de servicios), para ver animales silvestres.
“Sobre todo después de la pandemia comenzó a crecer el número de visitantes que vienen a hacer fotofauna o avistaje, una actividad en franco crecimiento en Junín, al igual que el ecoturismo que viene desarrollándose cada vez más en los últimos tiempos”, apunta Spiga.

Además de la proliferación de aves que habitan en el espejo de agua, en los alrededores puede encontrarse la fauna rica y diversa del noroeste bonaerense, con especies como el carpincho, cuis, coipo, lagarto, liebre, gato montés, zorro, puma, comadreja, zorrino, entre muchos otros que habitan en el medio ambiente natural de la cuenca del río Salado, y que se integra a otras lagunas como Mar Chiquita, Carpincho y Los Patos. Y entre charcos y pastizales, abundan también una gran variedad de anfibios e insectos.

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