GOURMET

ENAMORATE EN LA CABRERA

La Cabrera, puesto 19 en la lista de los 50 Mejores Restaurantes de LATAM, y Bodega Séptima te invitan a disfrutar de una comida única en San Valentín.


El 14 de febrero, La Cabrera espera a todos los enamorados a compartir los mejores platos: exquisitas mollejas, el sofisticado bife dry aged, diversos cortes de carnes, una deliciosa selección de guarniciones y originales postres artesanales.

Para continuar celebrando este día especial, por cada botella de Séptima Gran Reserva que consuman ese día en la mesa, se llevan de regalo otro Séptima Gran Reserva, un vino con un blend excepcional, elegante y complejo.

En el país de las vacas, La Cabrera se posicionó como una parrilla de culto, de las mejores de la ciudad. No se trata de una parrilla tradicional, Gastón Riveira, su creador, la define como “bien porteña”.

Allí no hay gauchos, ni elementos folclóricos, pero sí la mejor carne argentina, excelentes vinos y una selección de guarniciones, especialmente elaboradas para cada plato y servidas en pequeñas cazuelas.

EXPERIENCIA LA CABRERA

No se trata de una parrilla más. Aquí, además de comer, y muy bien, la intención es que aquellos que vayan, argentinos y turistas, puedan vivir una experiencia. Los porteños se identifican, los extranjeros se sorprenden.

Cada uno de los detalles de La Cabrera fue pensado minuciosamente. Los que llegan saben que podrán suavizar las esperas con una copa de espumante y una picada. Al ingresar, serán ubicados en alguno de los diferentes salones, decorados con objetos, muchos de ellos recuerdos personales del dueño de casa. Entre trenes, globos aerostáticos, sombreros y carteles, sobresalen las vacas, las verdaderas protagonistas. Algunas tienen efectos especiales para apreciar los cortes señalizados y tener idea, de forma didáctica, de lo que se come. Otras son creaciones artísticas, todas representan la especialidad de la casa.

Ya en la mesa, en pocos minutos, es posible elegir los platos de la carta. Detrás de escena, el cuidado es intensivo: desde la selección de la mejor materia prima de la temporada y su tratamiento, en un marco de higiene, hasta el respeto de los puntos de cocción adecuados. La configuración del equipo de trabajo fue esencial para lograr el éxito. La formación del personal es continua: todos participan en la escuelita La Cabrera donde aprenden técnicas de servicio, cocción e idiomas.

Cada etapa, desde la entrada al local, hasta los clásicos chupetines que endulzan la despedida, conforman los diversos eslabones de la experiencia La Cabrera: una parrilla porteña para disfrutar en compañía.

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