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EL PALACIO DE CATALINA LA GRANDE


Por María de los Ángeles Pagola (*) (Especial para Turismocero)


"Rusia, es maravillosa…es extensa e intensa. Geográficamente, abarca más que lo que nuestra mente puede construir; intensa….porque Rusia es difícil de definir.  Habría muchísimo para decir de este bello país, de su historia entrecruzada y amalgamada culturalmente.

Hoy voy a contar mi experiencia en el Palacio de Verano de Catalina la Grande, en la ciudad de Tsárskoye Seló (actualmente llamada Pushkin), a 25 km al sureste de la elegante y europea San Petersburgo. Era la residencia de verano de los zares de Rusia, de estilo rococó. Hoy es, junto con otros edificios de la ciudad de Pushkin y su centro, Patrimonio de la Humanidad.

¿Qué hace tan atractivo al Palacio? Podríamos enumerar miles de respuestas, pero solo me centraré en una, la Sala de Ámbar.

Uno cree que todas nuestras fantasías de lugares construidos con materiales increíbles solo son posibles en nuestros cuentos tradicionales, pero cuando tenemos enfrente a nuestros ojos la Cámara de Ámbar, hay algo que nos dice que los Hermanos  Andersen, quizás, anduvieron inspirándose para los cuentos de sus princesas y reinas, en estos bellos lugares.

Cuando la Alemania Nazi invadió la ex URSS (1941), ocupó la glamorosa San Petersburgo o Leningrado. Destruyeron sus palacios, sus iglesias, sus espacios de encuentro, excepto aquellos lugares que Hitler pidió que no lo hicieran porque él quería brindar desde ellos, cuando los rusos tuvieran que entregarles su país. Entre estos lugares se bombardeó el Palacio de Verano.

Los rusos sabían que los alemanes iban llegando, y para evitar la desaparición de parte de su patrimonio cultural, levantaron todo lo posible y lo arrastraron a miles de kilómetros o lo enterraban varios metros bajo tierra. La Sala de Ámbar se presentó como algo complicado, difícil y con las agujas del reloj bélico a contratiempo.

Paredes decoradas con resina semipreciosa, que va de los amarillos suaves a los rojos profundos, bajorrelieves con volutas, flores, guirnaldas, curvas. Prohibido sacar fotos, prohibido detenerse, transitar lentamente pero no pararse…todo ello atrapa en una vorágine de emociones, que se siente el cuerpo apresado dentro de una perfecta joya.  Las palabras sobran, las expresiones de admiración son pequeñas, el lenguaje o los sonidos no tienen palabras para definir la sensación de estar allí.

Hay una Historia detrás de esa joya. Pedro el Grande visita Prusia (1716), queda enamorado de la Cámara o Sala de Ámbar de Federico Guillermo de Prusia, este promete regalársela si las acciones contra Suecia dan fruto. Y dan fruto y Federico Guillermo cumple, la sala parte a Rusia. Pasa a ser una lujosa habitación del zar en el viejo Hermitage, consistente en un conjunto de paneles de distintos tamaños, zócalos y muebles formados por miles de astillas de ámbar cuyo precio era doce veces superior al del oro.

Décadas posteriores, la Cámara parte al Palacio de Verano de Catalina, y allí la encuentran los alemanes. El Nazismo la había incluido en la lista de obras de arte para su saqueo y las tropas germanas la descubrieron pronto al ocupar Tsárkoye Seló el 17 de septiembre de 1941. Especialistas alemanes desmontaron la Cámara tras 36 horas continuas de trabajo, extrayendo los paneles de las paredes y la trasladaron al Castillo de Königsberg, donde fue exhibida en noviembre de 1941, para luego desaparecer en la nebulosa de los tiempos.

En 2003 la Cámara fue reemplazada por una copia, realizada con recursos de empresas alemanas, encabezadas por la compañía Ruhrgas AG, del grupo E.ON, y con artesanos y artistas rusos y alemanes. Se inauguró en los festejos del aniversario 300 de la ciudad de San Petersburgo.  Disfrutemos del placer de admirar esta, tan bella como la primera, hasta que los pasadizos de la Historia recuperen el original.

Las imágenes que acompañan este texto fueron sacadas por mí, por lo tanto no tienen la calidad de un profesional, pero vale la pena observar las que hacen referencia al trabajo de recuperación, y las del Palacio de Verano. La de la sala o cámara es de las pocas que se pueden encontrar en las redes sociales."

(*) María de los Angeles Pagola nació en Tandil y es profesora de Historia graduada en la UNICEN (Universidad Nacional del Centro); docente secundaria (retirada) y catedrática universitaria. Dirige cuatro talleres para adultos mayores del proyecto universitario de la  Universidad Nacional del Centro. Ha brindado numerosas conferencias En el Centro Vasco de Tandil; recientemente en la Casa de la Cultura, en la presentación del libro "Sencillamente mujeres..." de Rosario Mendiguren; en la apertura del Congreso de Gerontología y en el Encuentro de Daneses. Ha efectuado publicaciones en el Diario El Eco de Tandil y actualmente es colaboradora de Turismocero.

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