Por Yair Laus
Hay tantas formas de pasar un domingo como personas hay en la galaxia. Es sabido que la manera en que elegimos transitar este día tan particular, es a su vez la forma en la que elegimos transitar nuestra semana y, por qué no, nuestra vida. Están, por ejemplo, aquellas personas bucólicas y tranquilas, que esperan el domingo para no sacarse el pijama y quedarse en pantuflas contemplando la vida pasar a través de la ventana con un mate cerca y Alanis Morisette de fondo. Están los familieros, que esperan con ansias el domingo para hacer vida en conjunto – lo que se suele dificultar enormemente durante la semana –, están los que eligen un día más movido, haciendo actividades que demanden un alto consumo de tiempo y energía y están también los otros, que disfrutan de actividades de un alto contenido intelectual aprovechando que durante la semana suelen tener las neuronas ocupadas en actividades menos productivas tales como el trabajo. Así, caracterizándome como perteneciente al último grupo, me da mucho placer cuando recibo invitaciones para un domingo a la tarde para ver obras del calibre de la que vengo a hablar acá.
Gorila, segunda obra de Cumbi Bustinza, es de esas obras con la profundidad suficiente como para dejarte pensando toda la semana. La directora de Menea para mí - obra que aún me debo - presenta un mundo realista aunque de alto contenido onírico. A nadie que haya visto Twin Peaks se le pueden pasar por alto las similitudes e incluso las referencias a la hora de contar ambas historias. Gorila vendría a ser una Twin Peaks villera y tercermundista, si. Eso. Pero con un añadido más: Los saltos temporales. Cumbi Bustinza construye esta historia con escenas que se intercalan entre el pasado y el presente permitiéndonos a la vez que presenciar el avance del drama, ir conociendo a los distintos personajes, la relación entre ellos y cómo fue que se llegó al momento inicial, a la primer escena de la obra. Al igual que en la villas, en la obra todo es desesperación y urgencia. Fé, desazón y abandono. Lo único bueno sólo puede surgir entre las personas y a veces ni eso. Juanita está desesperada. Su hija desapareció y hace un tiempo no sabe nada. La policía no hace ningún esfuerzo por encontrarla y ella no parece tener a nadie en quien apoyarse salvo sus vecinos: Marlene y el Polaco. Mientras el tiempo corre y Juanita aprende lentamente a vivir con el peso de la ausencia, gracias a los flashbacks los espectadores nos enteramos que en esa historia hay mucho más en juego que una desaparición. Está en juego el futuro, porque Juanita y el Polaco se aman pero no pueden proyectar nada más allá del regreso de la niña, pero está también en juego, con la fuerza de un vendaval, un tremendo conflicto de clases. Pero para eso hay que empezar por el principio: Juana vive junto a Jimena - su hija - en una casita del conurbano. Mientras Jimena estudia, Juana se desloma trabajando en un supermercado. He aquí la paradoja de la clase media baja con aspiraciones. Juana elige darle a Jimena una educación privada y tan alejada de sus raíces, que en el fondo no hace otra cosa más que alejarla de ella misma. Jimena, aspirando a ser como sus compañeritas de clase que usan jean Levi´s, rechaza avergonzada el lugar de donde viene. Rechaza a su madre trabajadora y rechaza visceralmente también a sus nuevos vecinos obreros, de clase baja, que ante todo aparentan ser buenas personas. Los insulta tan frontalmente y con tanto desparpajo que uno como espectador siente vergüenza ajena. Entonces es fácil imaginarse el círculo de violencia: Las compañeras burlan o tratan con condescendencia a Jimena por no ser como ellas y Jimena odia a su madre por no poderle dar lo necesario para pertenecer a ese lugar donde finalmente está obligada a asistir. Jimena odia a los de su clase. ¿Pero de quién es entonces la responsabilidad? ¿De la niña desarraigada o de la madre que pone a su hija en un lugar al que no pertenece, sabiendo a lo que la expone, sin las herramientas necesarias para defenderse? Mandarla a una escuela privada, ¿Es algo que hizo por su hija o por ella misma? Los chicos son crueles y eso está escrito desde las primeras páginas de la humanidad. De todos modos, este es sólo un ángulo desde el cual abordar esta obra tan rica en contenido, tan profunda de la cual se puede extraer lo suficiente para estar pensando toda la semana. Una obra en la que hay mucho amor, mucha cumbia, algo de risas, algo de rock y una mentira tremenda. Una verdad oculta que como el reloj de una bomba seguirá sonando con un tic tac eterno en la cabeza de al menos uno de los personajes.
Bienvenidos a Twin Peaks y alabado sea David Lynch.
FICHA TÉCNICA:
Autoría: Mariana Bustinza
Actúan: María Lía Bagnoli, Catalina Boucau, Tomas Cutler, Victoria Raposo
Escenografía: Agustin Leonardo Addesso
Iluminación: Damian Monzon
Diseño gráfico: Addxsso
Asistencia de escenografía: Emmanuel Graziano, Juan Lencina
Asistencia de dirección: Vanina Cavallito
Prensa: Daniel Franco, Paula Simkin
Producción: Matías Boucau
Colaboración artística: Tomás de Las Heras
Dirección: Mariana Bustinza
ABASTO SOCIAL CLUB
Yatay 666 Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4861-7714
Web: http://www.abastosocialclub.com
Entrada: $ 250,00 - Domingo - 18:00 hs