No importa si se viaja en pareja, solo, en familia o como parte de un evento, porque este gran complejo, el primero que abrió la marca asiática en Europa, cuenta con zonas diferenciadas para cada necesidad.
La primera es más familiar, con piscinas poco profundas a las que se accede incluso desde la misma habitación y servicios tan interesantes como un ‘kids club’ o el de ‘baby concierge’, que prepara todo lo necesario para el bebé antes de la llegada.
La otra zona del hotel es más exclusiva y tranquila, solo para los adultos. Ambas partes, rodeadas del verde del mejor campo de golf de la zona, el Dom Pedro Old Course, de referencia internacional. Además, justo en la parte más cercana al campo se está preparando una zona VIP de piscina y tumbonas aún más exclusiva.
Entre todos los tipos de habitación, las mejores de sus 260 unidades son las suites renovadas, una delicia en dos espacios con todas las comodidades como cafetera Nespresso, albornoz y zapatillas o las amenities vintage de la marca Claus Porto, famosas en Portugal desde hace más de un siglo, con notas de almizcle, vainilla, limón y verbena.
El desayuno, mejor tomarlo en el jardín aprovechando el buen tiempo que hace aquí todo el año. Lo mejor de su buffet, que cuenta con una variedad muy sabrosa, es el equipo que te recibe al entrar y te explica las claves para disfrutarlo mejor.
Una de los puntos fuertes de la buena cocina de este hotel es el empleo de productos de ‘kilómetro 0’ siempre que es posible; de hecho, el resort cuenta incluso con un pequeño huerto propio para sus recetas.
Y es que en todo el hotel, siguiendo la filosofía de Anantara, se respira el destino. Todos los detalles, desde que llegas a su vestíbulo de recepción, donde hay una gran escultura de una artista portuguesa, logran que el huésped tenga contacto con la cultura y el arte locales.
Sus restaurantes son muy variados y sorprenden por la calidad y la cuidada presentación de cada plato. El Victoria es para toda la familia y cuenta con animación para los más pequeños.
El Ría, en cambio, reserva para los adultos sus buenísimos pescados y mariscos locales. No hay que perderse tampoco sus postres.
Mención aparte merece el Sensai, su restaurante asiático, seguramente la experiencia más hermosa de todas, especialmente si se reserva mesa para cenar en la terraza.
Quienes busquen algo todavía más exclusivo pueden reservar una clase de cocina con el chef Fabio que los transportará a la Ruta de la Especiería de aquel Portugal del siglo XV, despertará sus sentidos con una visita al mercado y que, tras la clase de recetas tradicionales y antiguas, le ofrecerá degustar el resultado maridado con vinos también portugueses.
Por su parte, el nuevo bar de cócteles, Botanic, ofrece un espacio refrescante junto a la entrada principal para relajarse a cualquier hora.
Y, a pesar de todas las posibilidades que ofrece el Anantara Vilamoura , que dan para unos cuantos días sin repetir, es imprescindible reservar un hueco para pedir cita en su spa porque aquí sus exclusivos tratamientos, especialmente los masajes, son de auténtico escándalo.
Por fin, si queda tiempo para salir del hotel, el huésped puede utilizar el transfer gratuito hacia la marina de Vilamoura, que va y viene a cada rato a lo largo del día.
También existe la posibilidad de alquilar un tuc-tuc para escapadas cortas a la playa de la Falesia, a la propia ciudad de Vilamoura o a la más industrial Quarteira, con sus puestos de pescado fresquísimo.
Otra escapada interesante desde el hotel, si se dispone de coche, es la cercana Loulé, una ciudad interesante y animada con un mercado muy original.
En cualquier caso, es difícil salir del complejo porque la experiencia es inmersiva y distinguida, variada y lujosa, sin perder nunca el aroma portugués, definitivamente el Anantara Vilamoura Resort es un hotel que respira destino, respira Algarve.