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Almacenes bonaerenses que invitan a vivir

Baradero, Coronel Suárez y General Belgrano invitan a un recorrido a través de las historias de estos sitios que, durante el siglo XIX y principios del XX, fueron el centro de la vida social de parajes y pueblos rurales.

El ícono de Baradero

Hacia 1880 el almacén de Don Esteban Peralta era el lugar de encuentro de los trabajadores rurales, quienes debían recorrer varios kilómetros para llegar allí y abastecerse con diferentes productos.

Pasaron los años y el establecimiento se unió al club atlético “El torito”, escenario de los bailes de navidad y Año Nuevo, y de las jineteadas. Además ofrecía canchas de fútbol y allí funcionaba el único teatro en la zona.

A partir de esa fusión, el almacén, la pulpería y el “El torito” se convirtieron en el centro de entretenimiento de los pobladores.

En el edificio con forma de capilla, ladrillos asentados en barro y adobe, y pisos de pinotea, se pueden degustar picadas y beber tragos en sus extensos mostradores. “También se pueden adquirir productos regionales, dulces y quesos caseros, ropa de campo, objetos de talabartería, aperos gauchescos y alpargatas”, explicó Raúl Leiva, encargado del lugar.

El espacio, ubicado sobre lo que era el Camino Real que conectaba Buenos Aires con el Alto Perú, funciona como una fuente inagotable de historias y anécdotas. “Transitaban carretas con mercadería hacia el norte y carruajes con figuras de la época como Camila O´Gorman y el padre Ladislao, el general San Martín y sus granaderos a caballo quienes pasaron por allí el 31 de enero de 1813 cuando se dirigían al combate de San Lorenzo y el doctor Ernesto “Che” Guevara en el año 1940”, detalló Leiva.

La construcción fue declarada sitio de interés Patrimonial, Social y Cultural por el municipio local y, en 2006, el Correo Argentino emitió la primera edición del sello postal de Baradero con la imagen del paraje “El torito”.

 

Aroma fundacional

En el pueblo turístico de Santa María, partido de Coronel Suárez, Daniel Mining junto a su familia está al frente de “La casa del fundador”. Se trata de la primera construcción que los alemanes procedentes del Volga levantaron en estas tierras en 1887.

“Con un gran esfuerzo familiar la restauramos con distintas técnicas antiguas, para mostrar a los visitantes cómo se vivía en los tiempos de la fundación”, contó Mining.

Cruzar la puerta de acceso es un viaje al siglo XIX: carruajes, herramientas, una bomba de agua manual en el patio y la decoración añeja del ambiente. “Nos vestimos con la indumentaria tradicional, bailamos danzas típicas, cantamos en alemán y cocinamos en horno de barro”, detalló.

En “La casa del fundador” se puede degustar comida alemana y cerveza artesanal de elaboración propia. Actualmente, trabajan solo con reserva previa.

En el jardín, de varios metros de largo, rasgo típico de las edificaciones germanas, se encuentra una cancha de kosser y la pequeña casa inicial que hoy funciona como museo.

“Mucha gente se emociona al ver la casa, sobre todo los adultos mayores que han habitado en viviendas similares. También se conmueven al escuchar el acordeón, una vieja canción o al sentir el aroma a una comida”, describió el prestador.

 

La historia en una casona

En Villa Iriarte, uno de los barrios más antiguos del partido de General Belgrano,  se levanta “El almacén”, una casona que, entre sus paredes, atesora momentos de la historia local.

En 1907 funcionó en esa esquina el café y bar “Buen gusto” en el que funcionó el primer biógrafo (cine) que atrajo el interés de los habitantes de este incipiente pueblo.

La decoración del lugar se caracteriza por bellos vitreaux, utensilios de tiendas de ramos generales y antiguos carteles que, junto con los muebles de madera, otorgan un clima de calidez y transportan a los turistas a otra época.

Las comidas del lugar, que se pueden degustar en este ambiente tranquilo y familiar, se destacan por ser frescas y caseras.

Tres propuestas tentadoras para escaparse un fin de semana, sumergirse en historias desconocidas de los parajes de la Provincia y emocionarse con una comida o una canción.

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